Los historiadores marxistas y sus lacayos, pocas veces
han comentado la ayuda, tanto en armas y como en “asesores”, que la República
recibió de la URSS. De lo que nunca han hablado ha sido de la indisciplina que
reinaba en el ejército republicano. A tal fin, vamos a ver lo que dice la
socialista Clara Campoamor en su obra “La
revolución española vista por una republicana”, Espuela de Plata, Colección
España en Armas, Sevilla, 2009, 264 páginas.
«La falta de disciplina acompañaba, como era de
esperar, el desprecio por la técnica. Los gubernamentales consideraban a todos
los oficiales como insurrectos. Por otra parte, estimaban que los oficiales no
le eran necesarios al ejército. En consecuencia, los milicianos se negaron a
obedecer a los pocos oficiales que permanecieron fieles. Nadie pensó en nombrar
ni en aceptar un mando único. Cada uno ejecutaba sus pequeñas iniciativas e
insistía en combatir recurriendo al personalismo y con independencia. La
primera consecuencia de esa desastrosa mentalidad fue la auténtica carnicería
perpetrada con toda facilidad por los nacionalistas durante los combates del
frente de Somosierra, a las puertas de Madrid. Se ignoraron y despreciaron los
principios más elementales de la técnica. Los milicianos corrían a su aire
contra el enemigo en terreno descubierto o se agrupaban torpemente durante los
bombardeos aéreos y las bombas hacían diana sin esfuerzo. A consecuencia del
desorden y de la mediocridad del mando, el fuego de barrera de los
gubernamentales alcanzó con frecuencia a sus propios hombres. Otros, surgiendo
a destiempo de los refugios donde se escondían, conseguían que los hirieran sus
propios compañeros”.
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