Como ya saben, los miembros del “tripartito” del
ayuntamiento de Oviedo Roberto Sánchez Ramos (IU), Isabel González (SOMOS) y
Diego Valiño (PSOE), fueron los encargados en su día, en lo que se llamó “La
Noche Blanca”, de hacer un recorrido por los escenarios de la revolución de
octubre de 1934. Se pretendía “recuperar
la memoria lejos del fanatismo”.
Estos sujetos nada comentaron sobre los hechos de aquella revolución de 1934, hechos que causaron bestiales sufrimientos a seres totalmente indefensos, asesinando a todo tipo de personas sin ningún miramiento, ya fuesen mujeres, ancianos, sacerdotes, o simplemente cristianos católicos, todo ello acompañado de una dosis de odio y de rencor al más puro estilo marxista-leninista, segando y masacrando con sus incendios y ametralladoras las vidas de miles de pacíficos ciudadanos ovetenses.
“Me
refiero al movimiento revolucionario de 1934. Me declaro culpable ante mi
conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi
participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como
pecado, no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel
movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo. Por mandato de
la minoría parlamentaria socialista hube yo de anunciarlo sin rebozo desde mi
escaño del Parlamento… hube de trazar en el teatro Pardiñas, el 3 de febrero de
1934… lo que creí que debía ser el programa de movimiento … acepté misiones que
rehuyeron otros porque tras ellas asomaba, no solo el riesgo de perder la
libertad, sino el más doloroso de perder la honra… Aquel movimiento… Fue inútil
en cuanto a resultados prácticos y glorioso por el espíritu de sacrificio de
nuestras masas… se habían dejado adrede manos libres a las Juventudes
Socialistas a fin de que, con absoluta irresponsabilidad, cometieran toda clase
de desmanes , que, al impulso de frenético entusiasmo, resultara dañoso para la
finalidad perseguida. Nadie ponía coto a la acción desaforada de las Juventudes
Socialistas, quienes sin contar con nadie, promovían huelgas generales en
Madrid… no se puede someter a una ciudad a ensayos de tal naturaleza. Además,
ciertos hechos que la prudencia me obliga a silenciar, cometidos por miembros
de la Juventud Socialista, no tuvieron reproches, ni se les puso freno ni
originaron llamadas de responsabilidad… De aquel glorioso movimiento fracasado,
en el que nos acompañó, aun siendo repelido, el auxilio moral de… elementos
republicanos… cuando el movimiento fracasó…me juré en secreto no ayudar jamás a
nada que, según mi criterio, constituya una vesania o una insensatez”.
En el libro “Octubre
rojo en Asturias”, autor José Díaz Fernández, Editor Silverio Cañada, Gijón
1984, se lee en la página 91, con motivo del asalto al edificio del
Ayuntamiento de Oviedo, después de recibir una ráfaga de balazos el jefe de los
revolucionarios:
«Hay que acabar con los que están arriba. Entonces Oviedo es nuestro.
Inició el ascenso por la escalera principal. Pero antes de llegar al primer
piso caía acribillado a balazos. Arrojando sangre por la boca, con la cara
destrozada, aún gritó:
¡Quemarlos vivos!
El grupo, lleno de rabia, subió disparando sus mosquetones. Varios guardias perecieron en la defensa y otros huyeron por las puertas laterales.
Así se apoderaron los revolucionarios del Ayuntamiento de Oviedo...»
¿Les habrán
enseñado a los asistentes del “recorrido” la foto que ven, que es el estado en
que quedó la entrada a la calle de Uría”
Continuará.
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