Y terminamos con esta joya de país.
El ejército, formado por un millón de hombres, es el quinto más numeroso
del mundo y uno de los mejor pertrechados. Al tirano monárquico Kim Jong II no
le importa el hambre de su pueblo ni tampoco las 200.000 personas, incluido
niños, que malviven en los campos de concentración acusados de crímenes
políticos. Cualquier persona que conozca mínimamente el marxismo-leninismo,
sabrá que la culpabilidad política es responsabilidad de toda la familia.
Un dato curioso para los jóvenes: en las peluquerías para hombres aparecen
fotos colgadas en la pared con los cortes de pelo permitidos por el gobierno.
Allí no hay pelo largo, coletas, melenas, moños, rapados, pendientes,
pierceing, etc.
El hermetismo del régimen es total. Baste decir que la población norcoreana
probablemente se la única del mundo que no saben quiénes fueron los Beatles.
La libertad no existe. La población es vigilada, como en todo país
marxista, por una policía omnipresente. No se ve a nadie por las calles. Los
guías dicen que es debido a que los campesinos están trabajando en el campo.
En cuanto al régimen político, ¡qué vamos a decir que ya no se sepa! Cuatro
pinceladas bastarán para darse cuenta de lo que allí pasa.
La ideología Juche, un sucedáneo del marxismo-leninismo, domina la política
y la vida social del país con el lema de las masas populares son los
integrantes de la historia social, creando una autarquía que, desde 1995, ha
conseguido que un millón de trabajadores se hayan muerto de hambre.
En el Gran Líder y Gran Doctor, se encarna un amasijo de estalinismo y de
despotismo oriental. La momia de Kim padre, preside todas las conmemoraciones
nacionales. Hasta los embajadores tienen que presentar ante ella sus
credenciales.
Kim Jong II pretende dar una lección a los imperialistas (a los EE.UU.
¡cómo no!) tratando de romper el acuerdo atómico con los USA para chantajear
con su modesta pero peligrosa industria nuclear y así conseguir alimentos y
combustible para el pueblo. Las amenazas incluyen también a Japón y Corea del
Sur, aliados de EE.UU. en la zona. Este desafío no deja de ser curioso en un
país en donde no hay iluminación pública, con excepción de las estatuas de sus
líderes.
Este régimen abominable fue defendido en su día por el criminal y asesino Santiago Carrillo en 1985, como lo
demuestra el Libro de Firmas que se conserva en el museo dedicado a la guerra
de Corea.
El conflicto con su homólogo del Sur sigue abierto por razones puramente
ideológicas, a pesar de que las circunstancias han cambiado notoriamente: ya no
existe la URSS, promotora de dicho conflicto. China que ayudó militarmente al
Norte, en la actualidad ya no es lo que era y, además, precisa de buen
entendimiento económico con EE.UU., con quien vota condenando al terrorismo
internacional. Corea del Sur es una potencia militar e industrial.
Sin embargo, la que no ha cambiado ha sido Corea del Norte, a pesar de
tener ahora armamento nuclear y químico que antes no poseía. Sigue siendo,
junto a Cuba, el último bastión comunista con una población hambrienta y sometida
a los delirios de sus dirigentes.
¿Por qué no denuncian a este régimen los tenores de lo políticamente
correcto, los culturetas, cineastas, “artiscejos”, concejalillos y comunistas
defenestrados, intelectualillos marxistas de medio pelo y algunos que otros
sindicaleros fanáticos, saliendo a la calle o empleando el método telefónico-“rubalcabesco”
de ¡¡¡Pásalo, pásalo!!!?
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