“No debes dar
nunca la mano a alguien que pueda cogerte también el pie”. (Interpretación libre del
refranero)
Posteriormente,
tras otro cambio, en los primeros años de la nueva situación a partir de 1978
con alternancias en el gobierno, la situación había llegado a un nivel de
apacible normalidad, pero esta situación fue quebrada con la llegada al poder
de J. L. Rodríguez Zapatero y su desmedido afán de resucitar viejos rencores.
Desgraciadamente,
y ya antes aunque en menor medida, la llamada derecha española, iba aceptando
tímidamente la falacia de que todo lo relacionado con el franquismo había sido
maléfico y denostable, concediendo tácitamente, que lo bueno estaba
precisamente en la izquierda y así, empezó el miedo, precaución o vergüenza a
que derecha se identificase más o menos con franquismo y así, partidos de clara
tendencia derechista, huían de ese apelativo y ponían en su apellido: izquierda
republicana, izquierda democrática, etc. para enmascarar en parte su verdadero
ideario. Se empezó a enmascarar el credo y, era cosa de un madrugador
progresismo que llegó a producir risa,
el considerar una heroicidad y encomiable pedigrí opositor, por ejemplo, el
presumir de haber corrido y sufrido fuertes y crueles “toletazos” ante los
llamados “grises”, heroicidad de la que hicieron gala muchos individuos que,
echando cuentas, en aquellos tiempos de que se vanagloriaban, tendrían 12 o 13
años y, en algunos casos (de verdadera traca), no habían nacido, en un esperpéntico
alarde de estúpida e interesada falta de rigor.
He
aquí, a mi modesto modo de entender, el principio de la creencia de la
exclusiva de que todos los buenos méritos eran de la izquierda hasta el punto
de que hoy como nunca, se cree depositaria de la verdad absoluta.
La
historia no puede olvidarse y tampoco trastocarse a voluntad y hoy estamos
asistiendo al intento de derribo por tiránico y maligno de un período de 40
años que nació por necesidad y como consecuencia del peligro que significaba el
Frente Popular y sus planes de convertir a España en un satélite de la URSS, si
el resultado de la guerra hubiese sido otro.
Nunca
la derecha debió hacer las concesiones ideológicas que se produjeron y, aunque
no faltan excelentes publicaciones de no menos excelentes autores encaminadas a
destruir todas las mentiras que circulan, no está de más que personas totalmente
normales que hemos vivido o estudiado los tantas veces vilipendiados 40 años de
“dictadura” (en los que se equipara a Franco con Hitler o Stalin), expresen con
naturalidad y sin exagerados entusiasmos, pues no se necesitan, lo que se vivió
en un período de nuestra historia, repito, hoy tan denostado, arbitraria e
interesadamente con una notabilísima falta de rigor, que propició, a su final,
pacíficamente, la tantas veces alabada y modélica Transición.
Francisco
Alonso-Graña del Valle
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