Nuestra idiosincrasia nos permite ser uno de los pueblos más
potentes incompetentes. Así, por poner unos ejemplos, somos incapaces, por
muchas razones, de ponernos a cantar nuestro Himno Nacional cuando comenzamos
nuestro trabajo, como hacen los japoneses que, cuando tienen problemas
laborales, en vez de ir a la huelga como aquí, se ponen a trabajar más.
Por otra parte, somos tan potentes incompetentes que hacer muchas cosas, nos sale más caro que comprarlas hechas. No nos damos cuenta, sobre todo el gobierno actual y los anteriores del “gonzalato” y del “zapaterato”, que vivimos en un mundo regido por la competencia y, sin embargo, no somos competitivos. No hay más que echar un vistazo a los grandes almacenes, supermercados, grandes superficies, etc: vemos manzanas de Bélgica y de EE.UU., naranjas de la China, solomillo de Irlanda, centollo enlatado ruso, merluza chilena, patatas de Holanda, almejas coreanas, kiwis de Nueva Zelanda, higos de Turquía, etc, etc. ¡Y no digamos ya nada de esos chiringuitos chinos, ya sean “restaurantes” o comercios, con sus productos fabricados allí y que están haciendo un daño terrible a nuestra economía!
Lo grave del asunto es que las empresas que operan en España,
amenazan con marcharse si no se reforma el mercado laboral y otras cosas. No
nos quejemos después.
Y terminamos con una frase de Otto Eduard Leopold von
Bismarck:
“España
es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentando
destruirlo y no lo han conseguido”. Evidentemente
Otto no sabía que cien años después de su muerte llegarían los Felipe
“Sonrisa de hiena” González, José Luís “Bobo solemne” R. Zapatero, Mariano “Don
Tancredo” Rajoy, y el “doctor” Sancheznstein y “El coleta”, que se encargarían
de demostrar que estaba equivocado. Ahí tenemos una España destruida y rota.
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