En la anterior entrega decíamos que en ésta íbamos a
ver cómo personas fanáticas o ignorantes, tienen la mente privatizada y
estabulada por ilusiones, sueños, quimeras, etc, sobre el comunismo. Estas
personas que jamás vivieron en un país comunista (conocemos varias
personalmente con lujosas mansiones, automóviles impresionantes y riquezas por
doquier), obviamente viven aquí de forma espléndida.
Como ya saben, la “Guerra Fría” fue un duelo, un
desafío, un enfrentamiento, o como quieran ustedes llamarlo, entre el mundo
Occidental, capitaneado por EE.UU., y el Oriental liderado por la URSS. Este
enfrentamiento fue de carácter económico, social e incluso militar, que comenzó
al terminar la Segunda Guerra Mundial, y se terminó con la desaparición y
disolución de la URSS.
Durante este tiempo, mucha gente occidental visitó
Cuba, China y Rusia, no ocurriendo precisamente lo contrario. Lo que “vio” esta
gente en aquellos países, o mejor dicho, lo que se les permitió que vieran, era
completamente opuesto y distinto al “modus vivendi” de la gente de aquellos
países comunistas. Todo lo que se les enseñó, ya fueran, escuelas, fábricas,
hospitales, etc, etc, estaba esmerada y escrupulosamente preparado:
recibimientos con bailes, cánticos, vinos, banquetes, etc, etc
Lo que nunca vieron estas gentes occidentales fueron
los campos de trabajo, las masacres, las hambrunas, la vigilancia a que era
sometida la población, las represiones, la falta de libertad, “los actos de
repudio”, así como tampoco vieron el lujo con el que vivía la “nomenklatura”
del sistema comunista.
Lo que se les había enseñado, hizo creer a esta gente
que lo visto era lo normal y verdadero en el comunismo. Esto les llevó a
escribir artículos, e incluso libros, comentando la “bondad” del régimen
comunista y lo bien que se vivía allí. Ninguno de estos visitantes se dio
cuenta de que habían sido escoltados, cuidados, agasajados, cebados,
embaucados, burlados, engañados, cegados, halagados y engatusados.
En la próxima entrega comentaremos algo sobre la
destrucción de los valores éticos y morales, religión, familia, así como de la
cultura, por parte del sistema comunista.
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