Nació en Burgos en 1221 y fallecido en Sevilla en 1284, era hijo de Fernando I I I El Santo y de Beatriz de Suavia. Las crónicas cuentan que recibió una gran educación tanto científica, como militar y literaria.
Luchó
contra los moros a quienes les quitó Cartagena y Lorca. Sin embargo, el asunto
militar no le atraía, prefiriendo la ciencia y la literatura, rodeándose de
personas ilustres, componiendo las llamadas “Tablas alfonsinas”.
Cuando
tenía 31 años fue proclamado rey, falleciendo poco después Guillermo de
Holanda, quedando vacante la corona de Alemania, la que quiso alegando que tenía derecho
por parte de su madre. Gastó un montón de dinero, no pudiendo conseguir lo que
quería, motivo pro el cual volvió al campo de la literatura.
Los grandes
soberanos de su reino estaban que echaban chispas, porque el rey nada quería
saber de las armas. Entonces se dirigieron a su hijo Sancho, que tenía un carácter
distinto al de su padre, para convencerle de que le arrebatase la corona a su
progenitor. Como es lógico, hubo muchos disgustos entre padre e hijo, pero la
verdad es que Sancho dijo que nunca aceptaría tal cosa mientras viviese su
padre.
El rey
Alfonso en el campo de la ciencia fue un destacado personaje. Entre otras
cosas, hablaba y escribía correctamente en latín, amén de hacerlo en romance
castellano y en dialecto galaico-portugués. Tenía grandes conocimientos de
Geometría, de Astronomía, de Físicas y de Ciencias de la naturaleza, siendo
también maestro en Derecho, Teología e Historia.
Escribió
la Grande y General Historia, formulando el Código de las Siete Partidas, que
estaba inspirado en el Derecho Romano. Además de todo esto, escribió hermosas
poesías, como las que consagró a la Virgen María.
Fuente: páginas 34 y 35 del libro “Cien figuras españolas.
Biografías de españoles célebres”, autor Antonio J. Onieva, Imprenta Casa
Editorial “Hijos de Santiago Rodríguez”, Burgos 1951, 212 páginas.
Continuará.
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