domingo, 23 de octubre de 2022

Nombres de calles para indignos, indignas e “indignes” ( I I I )


 Como decíamos en anteriores entregas, seguiremos viendo personajes indignos, indignas e “indignes”, con sus nombres puestos en calles, plazas, monumentos, estatuas, “adopciones”, etc, personajes tales como Santiago Carrillo, La Pasionaria, Indalecio Prieto, Largo Caballero, Juan Negrín, Rafael Alberti, Luis Companys, Margarita Nelken,  o grupos de personas como Las Trece Rosas, o las Brigadas Internacionales. Recomendamos leer los comentarios insertados en este blog sobre los libros reseñados en el primer artículo.

Hoy veremos algo sobre Rafael Alberti, partidario de purgas y “paseos”, amén de gran admirador del criminal y asesino Stalin. La propaganda de este sujeto por parte de los de la internacional de la mentira, del odio y del terror fue, y es, descomunal. Como ya sabrán, fue nombrado hijo predilecto de Andalucía en 1984, en tiempos del “gonzalato”.

Al poco de morir Stalin en 1953, le compuso la siguiente poesía:

“Redoble lento por la muerte de Stalin

Por encima del mar, sobre las cordilleras,
a través de los valles, los bosques y los ríos,
por sobre los oasis y arenales desérticos,
por sobre los callados horizontes sin límites
y las deshabitadas regiones de las nieves
va pasando la voz, nos va llegando
tristemente la voz que nos lo anuncia.

José Stalin ha muerto.

Padre y maestro y camarada:
quiero llorar, quiero cantar.
Que el agua clara me ilumine,
que tu alma clara me ilumine”

 Además de esto, escribió ciertos poemas incitando al asesinato político. Vean:

 

“Siega, segador, seguido,

con esa guadaña,

las cabezas que en España,

hoja a hoja han impedido,

que el sol llegue a la bodega.

Siégalas de un solo tajo.

Respondan al cascabel

de José Antonio, Miguel,

Queipo, Gil, o el gran carajo

Los nombres que cita se refieren a José Antonio Primo de Rivera,  Miguel Maura,  Queipo de Llano y Gil Robles.

 

Como recordarán, este sujeto también huyó cobardemente de España, haciéndolo en marzo de 1939 desde el aeropuerto de Monóvar (Alicante), en compañía de Juan Negrín, Enrique Lister, y un largo etc.

 Una vez huido, dejó tras de sí un camino de terror que se impuso desde su puesto en la Secretaría de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, que publicaban “El Mono Azul” en donde había una sección intitulada “A paseo”, en la que se relacionaban los nombres de intelectuales que tenían que ser depurados, es decir, asesinados, figurando, entre otros Miguel de Unamuno, Fernando Vela, Pedro Muños Seca, Sánchez Mazas y un largo etc.

 Continuará.



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