Este monarca era hijo de Alfonso I X de León y de Berenguela, siendo canonizado por el Papa Clemente X. Se casó con Beatriz de Suavia. Este matrimonio fueron los promotores de la colocación de la primera piedra de la catedral de Burgos, en la que se encuentran los restos del Cid Campeador.
Sus
hermanastras, Sancha y Aldonza, habían heredado el reino de León, y como
Fernando era el monarca de las Castillas, quiso reunir ambos reinos. Trató el
tema con sus hermanastras, juntándose castillos y leones, que no se separarían
más, en el escudo del Rey Santo.
Sus
conquistas de Baeza, Jaén y Úbeda, tuvieron su cima con la de Córdoba, de cuya
mezquita tomó las campanas que había robado Almanzor, haciendo que los moros
las llevasen a hombros hasta Santiago de Compostela, a cuya catedral
pertenecían.
Posteriormente
puso sitio a Sevilla, que estaba considerada como la perla de los árabes, y que
había pertenecido a éstos durante quinientos años, ciudad que tardaron en
conquistar los cristianos un año y tres meses.
Después
intentó conquistar sitios de África, con el objeto de evitar nuevas incursiones
del enemigo, pero la muerte lo atacó. Cuando se vio morir, y con una vela en la
mano, pronunció la siguiente oración:
“El reino, Señor, que me
diste, y la honra mayor que yo merecía te los devuelvo. Desnudo salí del
vientre de mi madre y desnudo me ofrezco a la tierra. Recibe, Señor, mi ánima
y, por los méritos de su santísima Pasión, ten por bien de la colocar entre los
tuyos siervos”.
Fuente: páginas 30 y 31 del libro “Cien figuras españolas.
Biografías de españoles célebres”, autor Antonio J. Onieva, Imprenta Casa
Editorial “Hijos de Santiago Rodríguez”, Burgos 1951, 212 páginas.
Continuará.
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