Como estamos en el mes de
Octubre, tan “admirado” y recordado por los rojo-republicanos, vamos a recuperar algo de la “Memoria democrática” de su “Sanchidad”.
Como ya saben, sobre la
Guerra Civil Española se han escrito libros y libros llenos de eufemismos
utilizados de forma intencionada para evitar contratiempos políticos, cambiar
opiniones y manipular la
Historia, convirtiéndose dichos eufemismos en auténticas y
despreciables mentiras.
Se sabe que la Historia es la maestra de la vida, de las personas y de
los pueblos. El peor enemigo del hombre es la ignorancia, siendo la más grave
la ignorancia histórica.
A pesar de que la
historiografía sobre la
II República Española y la Guerra Civil en la
actualidad es abundante y espléndida, sobre todo por la apertura de los
archivos secretos de la derrumbada URSS, a las nuevas generaciones de españoles
se las está sometiendo a un bombardeo mental desde los “mass-media” y desde los
centros educativos, tergiversando, calumniando, difamando y mintiendo sobre los
hechos recientes de la historia de España. Se intenta por todos los medios
obturar la verdad sobre lo ocurrido durante la II República y la
contienda civil.
Dadas las extraordinarias
posibilidades actuales de los medios de comunicación, la manipulación es
tremenda, gigantesca y devastadora. Esta manipulación no es solamente en lo
concerniente a aquel período, sino que se nota en todos los órdenes del momento
actual: en el político, en el cultural, en el histórico, en el religioso, en el
social, etc. Todo esto amenaza con destruir, o cuanto menos desfigurar, nuestra
historia y nuestros fundamentos y raíces culturales. En lo religioso y en lo
social, es donde la campaña se nos presenta más virulenta y estremecedora: hay
que devaluar, ridiculizar y erradicar todo tipo de creencias y costumbres que
tengan algo que ver con la religión.
Dicen que la Historia,
habitualmente, la escriben los vencedores. En el caso de España,
paradójicamente, es al revés. Pocas veces se ha mentido tanto, se ha
desfigurado tanto, se han retorcido tanto los hechos, con tanta intensidad y
desfachatez.
Los comunistas no callan con “la
reconciliación que en su día propuso el PCE”. También se les llena la boca
con las palabras tolerancia y el respeto. Pero tales palabras se convierten en
huecas cuando se trata de narrar los acontecimientos de aquella época.
Los asalariados de lo políticamente correcto, los submarinos
gramscianos infiltrados en los medios
informativos, políticos, culturales, etc, no cejan, con contumacia y terquedad
zumbona marxista, de presentarnos el tiempo que duró II República Española como
el más democrático, el más culto, el más progresista y el de más libertad de
toda la historia de España. Mienten. Decía el gran historiador D. Antonio Ponz
(1725-1792), Secretario General de la Academia de Bellas Artes, entre otros títulos,
que "la veracidad es un deber moral cuyo cumplimiento afecta a la
dimensión social del hombre y facilita la convivencia “humana". Produce indignación tanta incoherencia, tanto
ocultamiento, tanta manipulación y tanta mentira.
Como ejemplo paradigmático de
incoherencia se puede poner el siguiente: si la II República Española era todo
democracia y libertades, ¿cómo es que ninguna democracia occidental la apoyó?
¿Cómo se entiende que el único apoyo que recibió partió del “gran demócrata”
Stalin?
Continuará.
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