Este es uno de los personajes más desconocidos de los jóvenes “telefonópatas” de hoy. Hemos preguntado a varios, incluso a algún universitario a punto de tener una licenciatura, además de poseer una diplomatura, y ni idea.
Dicho esto, y por la importancia de este
personaje, le vamos a dedicar unos capítulos. A ver si hay suerte y los leen
los “telefonópatas”.
No cabe duda de que el siglo XVI ha sido
uno de los siglos en el que se realizaron
hazañas de gran temeridad. En este aspecto destacó Hernán Cortés que,
con un puñado de hombres valientes y osados, además de ser un gran diplomático,
conquistó la nación probablemente más guerrera y más civilizada de la América
de aquellos años: Méjico.
Este español se había aventurado a ir a
Cuba, en donde se dedicó simple y llanamente a cultivar la tierra. El
gobernador de la isla, Diego Velázquez,
había quedado impresionado por lo que le contó Juan Grijalbo quien, en
1518, regresó a Cuba procedente de Méjico, con un gran cargamento de oro, dando
nota al gobernador de las grandes riquezas de aquel país.
Inmediatamente el gobernador decidió
organizar una expedición a dicho país, nombrando a Hernán Cortés como jefe
supremo de dicha expedición, pues consideraba que tenía un gran atrevimiento, a
la vez que un gran genio.
Cortés comenzó a organizar la expedición
con tal lujo de detalles, de energía y de talento, que el gobernador Diego
Velázquez temió que su persona quedase oscurecida por la de Cortés. Y le quitó
el mando. Pero esto no fue óbice, ni valladar ni cortapisa para que se hiciese
a la mar contra viento y marea, nunca mejor dicho. El 18 de noviembre de 1518,
con once navíos pequeños, 100 marineros, 500 soldados, 12 cañones y docena y
media de caballos, se lanzó a la conquista. El lema de era“Por España y por Santiago”.
Cuando la expedición estaba en la
desembocadura del río Tabasco, fue recibida hostilmente por los nativos indios.
Después de una encarnizada lucha, Cortés y sus hombre pudieron proveerse de
agua y de alimentos. De esta lucha cogieron a tres indios prisioneros, que les
manifestaron que los pueblos vecinos se estaban preparando para atacarlos. En
efecto, en la madrugada del día siguiente, hubo otra lucha en al que unos cien
españoles quedaron heridos. La desproporción era enorme: un español por cada
300 indios. Ni la artillería sirvió de nada.
En la próxima entrega veremos cómo se las
arregló Hernán Cortés para salir victorioso.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario