El reloj, instrumento
imprescindible desde tiempos inmemoriales, siempre ha tenido mala prensa por
marcarnos impasible e implacablemente el paso del tiempo, asunto este que no
gusta a nadie. Decía Charles Beaudelaire en sus “Flores del mal” que el
reloj era un “dios siniestro, pavoroso, impasible”, calificativos estos
que tienen el rango de insultos.
En tiempos bíblicos, un
contemporáneo de Isaías amenazó a los habitantes de Judá con lo siguiente: “Para
demostrar su poder, Yahvé hará que la sombra retroceda diez grados”,
queriendo decir con esto que como se trataba de un reloj de sol, Yahvé era
superior al astro rey de nuestro sistema.
El tal reloj de sol, que
incluso llegó a medir el tiempo de los fenicios, era una especie de cubo de
piedra excavado formando un cuarto de esfera por una de las caras verticales,
orientándose de Esta a Oeste y que tenía una pieza de hierro, larga,
cilíndrica, que proyectaba la sombra aclaradora.
Setecientos
años antes, los egipcios ya tenían otro modelo basado también en la sombra
solar. Pero tenían un problema: había que medir el tiempo que las personas
empleaban en los servicios espirituales nocturnos que el dios Nilo requería. Y
así fue como se crearon los relojes de agua, llamados clepsidras por los griegos.
El
historiador de Halicarnaso, Herodoto, nacido unos 500 años a. de C., decía que
habían sido los caldeos los que verdaderamente habían descubierto el reloj de
sol. Afirmaba el historiador que, mediante un simple bastón clavado en el
suelo, inventaron el gnomon,
precursor de los citados relojes solares.
Astrónomos,
sabios y filósofos estaban obsesionados con mejorar el artilugio, como lo
demuestran los trabajos y estudios realizados por los Beroso, Tales de Mileto,
Anaximandro, Anaxímenes, etc.
Como
no podía ser menos, el gran Aristóteles, hacia el año 350 a. de C., ideó y pergeñó
la primera rueda dentada para el reloj de agua. También Arquímedes fue el autor
e inventor de una esfera o globo con ruedas dentadas.
Pero
el que verdaderamente revolucionó el artefacto fue Ctesibio de Alejandría, que
había nacido casi 300 años a. de C. Este hombre era inventor, ingeniero,
matemático, mecánico, etc., llegando incluso a ser maestro de Herón, inventor
éste de la primera máquina de vapor y descubridor del principio de acción y
reacción. El gran invento de Ctesibio fue el de conseguir que la clepsidra, que funcionaba con las
ruedas dentadas, éstas moviesen una manecilla sobre una esfera. Se había dado
un gran paso.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario