jueves, 17 de febrero de 2022

Personajes históricos. Arturo Toscanini


 Nació en Parma en 1867 y murió en la misma ciudad en 1957.

Toscanini fue considerado como el director de orquesta más grande del siglo XX. En una ocasión, preguntaron a Walter Toscanini, su hijo, que cuál era la obra que su padre consideraba más importante, a lo que respondió que para su padre la obra más importante era la que traía entre manos, ya fuese pelar una naranja o estar leyendo una sinfonía.

Su fama fue tal, que una señora se trasladó desde Patagonia hasta Buenos Aires para ver a Toscanini. La distancia entre estos dos sitios es de 3.000 kms.

La genta pagaba verdaderas fortunas por verle. Un ejemplo. Al comenzar la temporada de ópera en 1946 en la Scala de Milán, se pagan las entradas a quince mil liras cada una, importe que era el sueldo mensual de una familia de clase media italiana.

Nunca habló en público. No soportaba a los reporteros y a los fotógrafos. A tal efecto decía: “Soy un particular como otro cualquiera ¿Qué pueden importarle a nadie mi apariencia, el sitio donde vivo, ni las corbatas que uso? Se autodefinía como un contadino, palabra italiana que se puede traducir por rústico.

Tampoco soportaba a las personas vanidosas y que no se esforzaban en lo que estaban haciendo. En cierta ocasión, en un ensayo, reprendió a una “primadonna” que había incurrido en varias equivocaciones, a lo que contestó que era ella y no él la estrella. Inmediatamente respondió el maestro:

“Señora, las estrellas están en el cielo. Aquí no hay más que músicos, buenos o malos ¡Y le aseguro que usted es mala de verdad!”

Por otra parte, con las personas que se esforzaban y que tenían talento artístico, se mostraba indulgente y comprensivo. Así, una soprano dotada de una voz extraordinaria, tuvo varias equivocaciones durante su primer ensayo. “Tiene usted el peor oído musical del mundo”, le espetó Toscanini. Pero inmediatamente y con voz más dulce le dijo: “Pero canta como un ángel”.

Tenía un genio endiablado. Cuando en un ensayo una orquesta cometía algún error, amenazaba con los puños, rompía la batuta o la partitura, y muchas veces tiraba al suelo los lentes y los pisoteaba.

Aparte de su tiranía e inflexibilidad cuando actuaba como director de orquesta, era una persona sumamente bondadosa e hizo muchísimas obras de caridad, destacando el envío de 30.000 pares de zapatos desde EE.UU. a Italia.

En fin, esta es una somera biografía del mejor director de orquesta, según algunos, aunque para nosotros, y modestamente, creemos que Leonard Bernstein  no se quedaba muy atrás.

En la próxima entrega veremos algo sobre Enrico Caruso.



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