miércoles, 2 de febrero de 2022

La riqueza de nuestro idioma. Hemi, máscara, etc.


 Como ya saben, estamos insertando palabras que, al trastocar sus letras, salen otras con otros significados. Como ya dijimos en anteriores entregas, vamos a ver otras cosas de la riqueza de nuestro idioma, tales como significado de prefijos, oxímoron, calambur, palabras que cambian de significado al sustituir una letra por otra, onomatopeya, sinécdoque, etc, etc.

El prefijo, como ya saben, es el que se antepone a la raíz de una palabra para indicarnos algo sobre ella. Por ejemplo: “exo” quiere decir que está fuera de (éxodo, exonera, etc); “hemi” quiere decir “medio” (hemisferio, hemiplejia, etc).

El oxímoron es una figura gramatical que usa dos palabras de sentido contrario en una oración, dando lugar a otra de nuevo sentido. Ejemplo: agridulce, altibajo, etc.

El calambur es un juego de palabras que cambia completamente el sentido y significado de una oración, cuando se alteran, se unen o se separan algunas de sus palabras o letras. Esto sucede en el diálogo, no en la escritura. Ejemplo: Más cara → Máscara; El vecino esconde → El vecino es conde.

Ahora vamos a ver algunas palabras que cambian de significado al sustituir una letra por otra. Ejemplos: Alto → Ando; Roto → Coto; Mono → Bono; Sentar → Tentar; Inculto → Indulto → Insulto, etc.

Ahora veremos palabras que cambian de sentido al trastocar sus letras. Ejemplos: Altisonancia → Nacionalista; Aparcamiento → Metacarpiano; Armonización → Romanización, etc.

Ahora veremos alguna onomatopeya que, como ya saben también, es una imitación a través de ciertos sonidos lingüísticos con el objeto de imitar el sonido que queremos transmitir. Ejemplo: ¡Agggghhhh!, que indica terror; ¡Brrrr!, expresa frío; ¡Ufff!, indica alivio; ¡Yuuuuuu!, gran alegría, etc.

Y terminamos con la sinécdoque, que es una expresión que consiste en designar la parte por el todo, o viceversa. Ejemplos: Hay dos euros por cabeza → Cabeza en lugar de persona; Acaba de cumplir 50 primaveras → Primaveras en vez de años.

¡Y pensar que hay por ahí sujetos, sujetas y “sujetes” que quieren que no se use nuestro rico idioma! ¿Por qué “celaá?

Continuará.



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