sábado, 22 de diciembre de 2018

Constitución y Estatuos



Como estamos en el mes “constitucional”, seguimos con el tema.

Toda Constitución, como ya se sabe, debe señalar y establecer no solamente los poderes y estructura de los estados, con sus respectivas simbologías, organizaciones, territorios, instituciones, etc, sino también, y creemos que es lo más importante, los derechos, obligaciones, libertades y garantías de todos los compatriotas, perdón, ciudadanos.

¿Es este tipo de Constitución la que tenemos hoy en España? ¿O hay 17 Constituciones, llamadas Estatutos? Tenemos la sensación de que este nuevo Derecho Constitucional que tenemos en nuestra patria, perdón, en nuestro país, va camino de allanar todo tipo de planteamientos académicos del asunto.

Y decimos esto porque este Estatuto de Cataluña, ahora tan en el “candelabro”, como decía un fanático socialista que conocimos, y que seguramente saldrá adelante después de la reunión de Pedro Sánchez con los separatistas, rompe y desequilibra la Carta Magna, ya que existe un asunto sumamente significativo: derechos catalanes contra deberes españoles, mezclado todo con las consabidas reivindicaciones históricas del “pais catalá frustrat”.

Para más INRI, como recordarán ustedes, cuando se presentó la correspondiente campaña separatista, el PSOE del “zapaterato” defendía el “sí” como un triunfo catalán, mientras que el “no” era presentado como un triunfo del PP en contra del “pais catalá frustrat”. Sin comentarios.

No vamos a hablar del contenido de este estatuto con sus casi 240 páginas, que seguramente muchos catalanes no leerán, pero sí comentaremos someramente lo que allí se dice. Así, Cataluña se define como una “nasió”, con sus “derechos históricos”, sus símbolos, bandera, himno (“Els segadors”), etc, etc.

Ni qué decir tiene que el idioma español queda en segunda fila, por no decir otra cosa, ya que el catalán se promociona como “extensible a todo el Estado, la Unión Europea y todo el mundo”. De ahí los etiquetados en los productos que se distribuyen en Cataluña, aunque no sean fabricados allí.

“La regulación y control” de la información, corresponde al Consejo Audiovisual de Cataluña. La enseñanza, ¡cómo no!, será laica, manteniéndose “la neutralidad religiosa” y el respeto a las convicciones “éticas y filosóficas”. Un inciso: ¿de qué respeto hablan cuando hay autobuses con el rótulo de “Probablemente Dios no existe”? ¿Por qué no ponen “Probablemente Alá no existe”? Pues porque sencillamente el autobús volaría con todos sus ocupantes.

Se habla claramente de aborto, eutanasia y de uniones “estables”, sea cual sea el sexo.

En el aspecto económico, la cosa es ya de extrema gravedad, ya que Cataluña tendrá su agencia tributaria propia, amén del control sobre cámaras de comercio y cajas de ahorros, por no hablar sector industrial y energético.

Por lo que se refiere a la Justicia, tendrá un Tribunal Superior como última instancia. Se ha creado una comisión bilateral Cataluña-Estado, estado español se entiende, para entrelazar todo este tinglado, y se hace con un texto en el que aparece la “recuperación de la memoria histórica”, o los no menos significativos vocablos y frases tales como “lucha mantenida” o “persecución sufrida”. Es decir, todo un modelo de talante democrático reconciliador.

Y para terminar, decir que Cataluña intervendrá en los asuntos españoles, más que España en los asuntos catalanes. Como se ve, ya se establece casi a bocajarro la separación. Sin embargo, cuando les interesa recurren a la odiada España ¿Recuerdan ustedes cuando se tuvo que recurrir a la Guardia Civil, entonces “expulsada”, para proteger de asaltos y atracos a los “catalans” que vivían en chalets?

En fin, la cosa es preocupante porque, además, ¿qué sucederá con Galicia, Vascongadas, Andalucía, Aragón, etc? Nos tememos lo peor, si Dios no lo remedia. La verdad es que da miedo mirar para esta resquebrajada España.



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