Ya hemos comentado en este
blog varias veces, el tan llevado y traído tema sobre cambio climático, que
está tan de moda que hasta se ha metido en el clima político.
¿Se acuerdan de lo que en su
día se llamó “El acuerdo Al Gore”, sobre el clima? Vamos a ello.
La verdad es que los engaños
y el oportunismo político, parece que lo preñan todo. El exhibicionismo
personal de este hombre, quedó sobradamente demostrado en su día.
Según él, los casquetes
polares se funden casi instantáneamente, los continentes se inundan, etc,
etec., todo ellos según estudios, según científicos, y siempre “según”. Además de todo esto, se emiten una serie de
hipótesis casi inverosímiles, para sacar conclusiones que ya están establecidas
de antemano, empleando toda clase de sofismas, embelecos, falacias y engaños.
El “argumento” que más exhibió
es que estaba muy preocupado porque “si la mitad del hielo de la Antártida se derrite,
Florida se quedará inundada” ¡Toma!, y si llueve mucho también quedará
inundada. Y si la fuerza de la gravedad se esfuma, los excrementos de personas
y animales flotarán en el aire, dejándonos su perfume embriagador.
Se exhibían también gráficos
y más gráficos: a grandes gráficos, grandes problemas, que se nos presenta casi
como insolubles. Ya sabemos sobradamente, y sobre todo en esta España actual,
que político es sinónimo de problema. Y decimos político refiriéndonos a la
persona como tal. A estos, es decir, a los problemas y a los políticos, les
pasa como a la energía: ni se crean ni se destruyen, únicamente se transforman.
Es decir, se necesitan mutuamente, porque el medio de vida de los mentados
políticos es eso: crear problemas para subsistir y para justificar sus
funciones.
Conviene recordar que Al Gore
en su día fue un político que fracasó en su intento presidencial en EE.UU. Por
tal circunstancia quedó tocado del ala, pero remontó el vuelo con el problema
del cambio climático.
En vez de envenenar al
“pueblo soberano” con estas teorías climáticas sin demostrar, habría que
explicar y promocionar la enorme
capacidad de absorción del CO2 que tienen algunas plantas, capacidad
que llega a absorber la quinta parte de las emisiones del dióxido de carbono
citado. Si se hiciese una verdadera repoblación forestal, tendríamos menos CO2,
más selvas, más industrias y menos guacamayos diciendo majaderías.
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