En su día, el diario "El País" le hizo la siguiente pregunta a Zapatero: “¿Cómo le suena lo de la nación catalana?” La respuesta fue inmediata y sin titubeos: “No me produce preocupación ni rechazo”.
Nos llama la atención la rápida contestación de un sujeto que, como ya es sabido, es de una ineptitud sobresaliente. Esto nos hace pensar que tal pregunta ya se sabía de antemano y que estaba pactada.
Aparte de esto, ¿qué se puede esperar de una nación de la que a su presidente le importe un bledo, dos cominos y tres dídimos, que se resquebraje y se rompa, para formar una nueva nación, es este caso la catalana? ¿No habíamos quedado que “el concepto de nación es discutible?” ¿O será que sólo es discutible el de “nación española”?
Pero claro, para eso está el talante, oiga: hay que rechazar y desechar lo que la mayoría quiere, y dar por bueno y aceptar lo que la minoría exige.
En fin, la despreocupación y el rechazo de todo lo que se refiere a la nación española por parte de este incapacitado e irresponsable sujeto, nos ha dejado y traído una España que “no la conoce ni la madre que la parió”. Así estamos: al borde del desastre.
Y si a todo esto unimos la mentalidad y el talante del actual "okupa" de la Moncloa y sus afines, el asunto es para temblar.
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