Y seguimos contando, narrando, relatando, rescatando,
etc, etc, la verdadera Historia del PSOE.
Como ya saben, los sucios, perdón, los socios del PSOE
en estos momentos son los separatistas, con lo que se está haciendo polvo el
orden constitucional aunque, claro, oiga, la “regeneración democrática”
para algo está, aunque suponemos que Su Sanchidad se ha equivocado, queriendo
decir “degeneración”, porque en el fondo lo que se está haciendo es una
violación de la legalidad con tal de seguir en la poltrona monclovita,
importando a este sujeto que se cambie la Justicia por la injusticia, por la
ilegalidad, por el desafuero, por la sinrazón, por la parcialidad, por la
arbitrariedad por todo lo que ustedes quieran.
Seguramente que estarán pensando cómo es posible que
se haya llegado a esta situación. La respuesta es bien sencilla: por el “cambio
de opinión”, oiga. Desde luego, la persona que miente carece de moralidad,
pero lo que no tiene nombre es que se acepte a sabiendas de mentir.
Ante esta situación en la que estamos inmersos en
estos momentos del “sanchismo”, nos viene a la memoria una frase de John Adams,
segundo presidente de Estados Unidos entre 1797 y 1801, cuando decía aquello de
que “Cuando las elecciones terminan, la esclavitud comienza”.
El “cambio de opinión”, es decir, la mentira,
es un asunto que ya viene de lejos en el PSOE desde hace mucho tiempo. Como
recordarán, hace casi 20 años, concretamente en el 2005, los sociatas de aquel
entonces negaron que estaban en negociaciones con ETA, mintiendo posteriormente
que nunca formarían gobierno con los sujetos, sujetas y “sujetes” de PODEMOS,
terminando cediendo con el separatismo, aunque se negase la amnistía.
¡Qué razón tenía míster Adams!, ya que cuando hay
elecciones en las que interviene el PPPSSSOOOEEE, las promesas se convierten en
mentiras, pues el “pueblo soberano” ha sido engañado, con lo que tales
elecciones pasan a ser una estafa, un timo, un fraude, etc. Hay varios ejemplos
de esto: delincuentes amnistiados; justicia plisada y fruncida por los
mandatarios políticos, falseándola, deformándola, alterándola, tergiversándola,
etc, amén de muchas cosas más.
Seguramente pensarán también que ¿qué es lo que pasa
cuando un gobierno como el actual, se pasa la Constitución por el forro de los
dídimos? Pues sencillamente que no es legítimo. Además de esto, ahí están muchos,
muchas y “muches” que siguen de forma apasionada y cerril a un sujeto que “cambia
de opinión” cada dos por tres. Pero es igual, oiga, el tío sigue tan feliz.
Continuará.
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