Y seguimos con el tema de lo acontecido en aquella
nefasta Segunda República Española que fue un “legado de luz”, según
manifestó su “Sanchidad” en su día por aquello de “recuperar la memoria
democrática” suya, y la “memoria histórica” de su colega Zapatero.
Como ya sabrán, en las cuencas mineras de Palencia,
León y Asturias, la fuerza política primordial era el socialismo. Entre febrero
y octubre de 1934 tuvieron lugar seis huelgas en las que tomaron partes unidos anarquistas,
socialistas y comunistas. Por otra parte, los trabajadores de las fábricas de
armas de Asturias, desde el mes de marzo, empezaron a robar armas, amén de
robar también la dinamita de las minas. De esta forma, los revolucionarios se
armaron con fusiles, ametralladoras, pistolas y cartuchos de dinamita, todo
ello guardado y escondido clandestinamente.
En contradicción con el resto de España, en Asturias,
como decíamos antes, se unieron anarquistas, socialistas y comunistas con el
objetivo se hacer juntos la revolución, obviamente, siendo proclamado un Comité
Revolucionario, con alguna disconformidad.
El socialista asturiano Ramón González Peña, que fue
ministro de Justicia (1938-1939) durante el gobierno de Juan Negrín, además de
ser diputado por Huelva, que huyó a Francia y posteriormente a Méjico, donde
falleció en 1952, fue el líder de la revolución. Dicho Comité Revolucionario
acordó que, según se fueran conquistando ciudades, se irían creando Comités
Locales.
Una vez iniciada la revolución, fueron atacados pequeños
cuarteles de la Guardia Civil. En los primeros ataques se produjeron fuertes y severas
luchas, rindiéndose varios cuarteles. Según iba transcurriendo el tiempo, los
enfrentamientos cada vez eran más sanguinarios, aumentando constantemente el
número de víctimas, asunto este que sirvió para que muchas personas se unieran
a los revolucionarios.
El primer ayuntamiento en caer fue el de Mieres, a
pesar estar defendido y protegido por la Guardia de Asalto, cuyo cuartel fue
tomado por los revolucionarios que utilizaron grandes cantidades de dinamita.
Desde el balcón del Ayuntamiento quedó proclamada la República Socialista, aunque
en las zonas que cayeron bajo las manos de anarquistas, lo que se proclamó fue
el Comunismo Libertario.
El 6 de octubre fue tomada la Fábrica de Armas de Trubia,
con lo que los revolucionarios ya podían contar con artillería. En ese mismo
día los mineros entran en Oviedo, tomando también el Ayuntamiento, haciéndose al
día siguiente con la estación del ferrocarril, cayendo al día siguiente el
Banco de España y el cuartel de la Guardia Civil, haciéndose también con la
Fábrica de Armas de Oviedo el día 9, amén de volar muchos edificios. A pesar de
todo esto, la sublevación revolucionaria fue controlada en muchos sitios de
Asturias.
¿Es esto “la memoria democrática
compartida” y “el legado de luz” republicano que su “Sanchidad”
dixit”.
Nota.- En imagen nichos destrozados por
los rojo-republicanos en el Cementerio Viejo de Oviedo.
Continuará.
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