Como decíamos en la anterior entrega, en ésta seguiremos viendo la “colaboración” entre comunistas y socialistas, principalmente en América Central y del Sur, y la aparición de la “Teología de la liberación”.
En la década de los sesenta del pasado
siglo X X, la desaparecida URSS era la patrocinadora de la revolución “cristiano-marxista”
en toda Iberoamérica, apoyada por la Cuba del sátrapa Fidel Castro, a la sazón
auténtico satélite moscovita que, siguiendo las instrucciones de la mentada
URSS, tejió toda una urdimbre de propaganda y desinformación al más puro estilo
gramsciano.
Mediante tácticas y técnicas se fueron
creando “movimientos de liberación”, que aparecerían en la citada Iberoamérica
y también en Europa. Dichos “movimientos” eran, entre otros, las “comunidades
de base”, es decir, grupos muy pequeños que viven en el medio rural y también
urbano, manejados por “cristianos” de convicción marxista. Hemos conocido
varios, incluso algún que otro clérigo.
Otro “movimiento” fue el de “cristianos
por el socialismo”, cuya labor principal era suministrar los dirigentes para
las “comunidades de base”. Aquí no había ni democracia, ni libertad ni nada de
nada. Los imponían y punto.
Este “movimiento” llega a su culmen en el
año 1970 con la llegada al poder en Chile del marxista Salvador Allende. Dos
años más tarde, este “movimiento” se crea formalmente, comenzando su expansión
por América e incluso por Europa, y creando lo que se llamó “Iglesia Popular”,
que se oponía a la verdadera Iglesia Cristiana.
Como no podía ser de otra manera, esta
Iglesia Popular necesitaba una ideología para sus fines revolucionarios,
ideología que se llamó, y se llama, “Teología de la Liberación”.
Ni qué decir tiene que la base social de
estos “movimientos” revolucionarios eran “los pobres”, cuando la verdad es que
dichos “pobres” les importan un rábano, dos cominos y tres dídimos, ya que lo
que se persigue es utilizarlos y mangonearlos para sus objetivos
político-revolucionarios.
Se podrían poner varios ejemplos. Vamos a
citar un par de ellos. Seguro que recuerdan al “obispo” mejicano Sergio Méndez
Arceo, uno de los ideólogos de la Teología de la Liberación. Pues a este sujeto
se le llenaba la boca con los “pobres” en sus discursos, y sin embargo en sus
innumerables viajes propagandísticos se alojaba en lujosos hoteles, no en casa
de los “pobres”.
Otro ejemplo es el de los revolucionarios
sandinistas de la “Iglesia Popular de Nicaragua”, que vivían en suntuosos
chalets y lujosas mansiones expropiadas.
En la próxima entrega veremos la
estrategia marxista, basada en el italiano Antonio Gramsci (del que ya hemos
hablado varias veces en este blog), para llevar a cabo su proyecto de la
“Teología de la Liberación”.
Continuará.
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