Como decíamos en la anterior entrega, en ésta y otras, veremos la estrategia seguida y programada por la destartalada URSS sobre el mundo occidental, siguiendo los pasos de Marx, para eliminar la religión.
Desde la revolución soviética de 1917, la
estrategia de la destartalada URSS para eliminar todos los rastros de religión,
no han cesado en el mundo occidental, siguiendo las instrucciones de Marx y
posteriormente de Lenin y sus sucesores.
Como ya saben, hay dos clases de marxismo:
el de Marx, basado en el “materialismo histórico”, y el de Engels en el
“materialismo dialéctico”, que casi nadie menciona, que es un artefacto, un
artificio, un mecanismo, etc, para interpretar el mundo de forma “rigurosa” y “científica”, cuando en realidad
no es más que un amasijo de sofismas y de castillos de arena, como está
sobradamente demostrado. La desaparición de la URSS lo demuestra.
Como ya hemos dicho en otras ocasiones,
Marx no fue original en sus ideas, aunque en algunas sí. Su principal
inspirador fue Hegel, que “demostraba” la evolución espiritual por medio de un
proceso idealista dialéctico que terminaba sustituyendo el espíritu por la
materia, siendo esto aceptado por Marx a ciegas. Es decir, no existe nada más
que materia, lo que trae que Dios y la religión sean borrados de la mente
humana por aquello de que “la religión es
el opio del pueblo”, ya que dicha religión es una cadena y un grillete del
que se valen las clases dominantes para subyugar a los oprimidos.
Una vez eliminado Dios, el judío Marx
propuso interpretar la Historia a su modo y manera, interpretación que está
basada en dos dogmas del tipo “ad verecundiam” (lo dijo Blas, punto redondo).
El primero dice que la Historia evoluciona según se desarrollen las fuerzas
materiales de producción, y el segundo dice que el motor de la tal evolución es
la lucha de clases, lucha que se entablará entre el proletariado y la
burguesía, y que terminará en la fase definitiva de la Humanidad con el
establecimiento de la sociedad comunista, obviamente sin clases y sin Estado,
que sería totalmente inútil e inservible. Es decir: “el porvenir radiante de la Humanidad” y “el hombre nuevo”.
Nos llama la atención que aún hoy haya
gente que se crea toda esta sarta de vaguedades, boberías y tonterías, que la
realidad demostró su inviabilidad, por mucho que Marx y sus pedantes seguidores
(conocimos a uno infumable) se empeñen en calificar todo esto de “científico”. Siguen con su fanatismo, a pesar de no
haberse cumplido ni una sola de las previsiones del judío.
En la próxima entrega veremos someramente
las maquinaciones y las tácticas de Lenin sobre el asunto religioso.
Continuará.
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