Toda persona que esté dispuesta a quitarse las anteojeras, comprobará que el socialismo en general, y en España en particular, nunca ha perdido de vista el uso de la violencia, llevándola a efecto a la primera ocasión que se le presentase. El fanatismo así lo exige. Ya lo decía Voltaire: “Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable”.
Bien es verdad que hoy, a pesar de seguir la
misma línea de aquel entonces, no se emplea la violencia armada. Pero, claro,
hay otras violencias más sutiles: la agresión, el insulto, el amedrentamiento,
la exclusión, la vigilancia, la detención de militantes del “otro partido”, la
difamación, la calumnia, las prohibiciones, el absolutismo ideológico, el
desprecio a cualquier oposición, etc, etc. Todo esto es precisamente lo
contrario a la democracia aunque, claro, para estos galanes de la “sinistra”,
puede que sean virtudes.
Para disimular, recurren a un asunto facilón
y populista: predicar el pacifismo, aunque se vendan armas a medio mundo. Se
usan tópicos típicos, consignas, instrucciones, etc, para captar a los
incautos, que no son otros que los que duermen a pierna suelta por el hecho de
haber ido a una manifestación contra la guerra, pero ¡oiga!, sólo si en dicha
guerra intervienen los EE.UU o Israel: “¡No a la guerra”!
Vamos a ver: ¿hay alguien que esté a favor de
la guerra? ¿Alguien prefiere ésta a la paz? Entonces, ¿por qué se enardece a
las masas con ese particular “no a la guerra”? ¿Alguien quiere que haya una
epidemia o una pandemia de peste bubónica, de sífilis, o como la que estamos padeciendo
ahora mismo? No tiene ningún objeto ni mérito gritar “no a la peste bubónica”,
o “no a la sífilis”, o “no al coronavirus” Lo que subyace es que con la
apariencia del “no a la guerra”, se persiguen cosas y efectos contrarios a los
que se predican. El que quiera entender que entienda.
Benedictus de Spinoza,
gran filósofo holandés, de origen hispano, decía en el siglo X V I I: “Enseña a no odiar a nadie, ni despreciar,
ni burlarse, ni irritarse, ni envidiar a nadie”.
Como ya se
pueden imaginar, de este gran párrafo nada quieren saber los vates del
socialismo. Tenemos en estos momentos aquí en España muchos de estos sujetos
llenos de fanatismo y cerrilismo.
A dichos sujetos
se les puede aplicar lo que decía Baltasar Gracián y Morales, gran escritor
español del Siglo de Oro, autor, entre otras cosas de “El Criticón”:
“No puede ser entendido el que no fuere buen entendedor”.
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