sábado, 16 de julio de 2022

Poesía del Siglo de Oro, Los mejores romances de la lengua castellana y Rimas y Leyendas de Bécquer ( X )


 


Continuamos con los libros “Poesía española del Siglo de Oro”, Ediciones 29, Madrid 1990, 113 páginas; "Los mejores romances de la lengua castellana", Edicomunicación, S.A., 1999, 256 páginas, y “Gustavo Adolfo Bécquer. Rimas y Leyendas”, Editorial EDIMAT LIBROS (Ediciones y Distribuciones Mateos), Madrid 1999, 317 páginas incluido “Índice”.

En las 26 y 27 del primer libro, figura una poesía de Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575). Dice así:

“El ponese el arrebol

y lo blanco y colorado

en un rostro endemoniado

con más arrugas que col,

 en las cejas alcohol,

porque puede devisarse, ( I )

no puede tragarse.

El encubrir con afeite

hueso que entre hueco y hueco

puede resonar un eco,

y el tenedlo por delite,

y el relucir como aceite

rostro que era justo hollarse,

no puede tragarse.

El encubrir la mañana

los cabellos con afán

y dar tez de cordobán

a lo que de sí es badana,

y el ponerse a la ventana,

siendo mejor encerrarse,

no puede tragarse.

El decir que le salieron

las canas en la niñez

 que de un golpe otra vez

los dientes se le cayeron,

y atestiguar que lo vieron

quien en tal no pudo hallarse,

no puede tragarse”

( I ).- Así está escrita esta apalabra en el libro.

En las páginas 79 y 80 del segundo libro, aparece el siguiente romance:

 

“Nuño Vero, Nuño Vero,

buen caballero probado!

hinquedes la lanza en tierra

y arrendedes el caballo,

preguntaros he por nuevas

de Valdovinos el franco.

-Aquesas nuevas, señora,

yo vos las diré de grado:

Esta noche, a media noche,

entramos en cabalgada

y los muchos a los pocos

lleváronnos de arrancada.

Hirieron a Valdovinos

de una mala lanzada,

la lanza tenía dentro,

de fuera le tiembla el asta;

su tío, el Emperador,

a penitencia le daba;

o esta noche morirá,

o de buena madrugada.

Si te plugiese, Sevilla,

fueses tú mi enamorada;

amédesme, señora,

que en ello perderéis nada.

-¡Nuño Vero, Nuño Vero,

mal caballero probado!

yo te pregunto por nuevas,

tú respóndesme al contrario,

que aquesta noche pasada

conmigo durmiera el franco;

él me diera una sortija,

y yo le di un pendón labrado”.

 

En el tercer libro, en las páginas 37 y 38, aparece una rima del genial Bécquer. Dice así:

“Los invisibles átomos del aire

en derredor palpitan y se inflaman;

el cielo se deshace en rayos de oro;

la tierra se estremece alborozada.

Oigo flotando en olas de armonía

rumor de besos y batir de alas;

Mis párpados se cierran . . . ¿Qué sucede?

.- ¡Es el amor que pasa!”

Continuará.




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