Bajan turbias o revueltas. La situación política es más preocupante de lo que se piensa.
Lo que debían hacer los dos grandes partidos PP y VOX, en estos momentos cruciales, era unirse y dejarse de tonterías. Pero, claro, andan un poco revueltos, como ya se sabe, por varios asuntos, entre ellos por alguna que otra vacilación de tipo ideológico. En vez de buscar pactos, se contentan con su papel de partidos opositores.
Así las cosas, nadie presenta alternativas ni propuestas para resolver la
crisis. No nos extrañaría que las empresas multinacionales aquí instaladas se
lo piensen dos veces antes de renovar contratos e instalaciones, y que los
inversores nos den la espalda dadas las condiciones estructurales de la
economía española.
Desde luego, la crisis es galopante y seria, y la situación poco menos que
desesperada y grave, pudiendo esto traer consigo una indeseable inestabilidad
social.
De esta situación, de la que más tarde o más tempranos se saldrá, España podría
sacar una enseñanza o lección: cuando vuelvan los tiempos de bonanza deberían
cambiarse muchas cosas y hacer reformas estructurales que ya tenía que haberse
hecho hace mucho tiempo.
Lo primero que habría que cambiar era evitar crispaciones y tensiones que,
obviamente, no generan ningún tipo de soluciones. Los políticos tienen que
tranquilizarse y reprimir sus ímpetus antagónicos, porque si seguimos con la
actual política de enemistad entre los dos grandes partidos antes mencionados, y
algún otro que anda por ahí dando "coletazos", mal se va a solucionar
el asunto.
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