Los de la internacional de la mentira, del odio y del terror, por mucho que hablen de libertad, de cultura, de saber, de conocimiento, de progreso, de prosperidad, etc, etc, cuando una circunstancia o una persona están fuera de su doctrina, la borran del mapa como si nunca hubiese existido. Uno de estos casos sería el de George Orwell. Vamos a “recuperar la memoria histórica”, oiga.
George Orwell era el seudónimo de Eric Arthur Blair, escritor británico nacido en 1.903 en Motihari, India. Murió de tuberculosis en 1.950, dejando tres obras inmortales: “Homenaje a Cataluña” (1.938), “Rebelión en la granja” (1.945) y “1984” (1.949), libros comentados en este blog. En “Homenaje a Cataluña” narra la responsabilidad del Partido Comunista español y de la Unión Soviética en la destrucción del POUM. En “Rebelión en la granja” cuenta la traición de Stalin a la revolución rusa y en “1984” describe de forma aterradora la vida bajo la vigilancia constante del Gran Hermano.
Como puede verse, son temas
políticamente incorrectos que molestan a los sectarios y tenaces
administradores que componen la élite “intelectual” y mediática del “ministerio
de la verdad”, que confinan al silencio y al olvido a todo aquel que no
comulgue con el discurso dominante. Es decir: Orwell resulta incómodo.
Las páginas que escribió
Orwell demuestran que las cabezas rectoras del comunismo de aquellos años
fueron una banda de criminales. De aquí que a Orwell se le silencie.
Cuando en 1944 circulaba la
obra de Hayek “Camino de servidumbre”, tuvo la valentía de escribir: “En
Alemania los nazis tuvieron éxito debido a que los socialistas ya habían hecho la
mayor parte del trabajo en su lugar: en especial el trabajo intelectual de
debilitar el deseo de libertad”. También escribiría que “no suele
decirse demasiadas veces (en cualquier caso no se dice con la frecuencia
suficiente) que el colectivismo no es inherentemente democrático, que otorga a
una minoría tiránica poderes tales que los inquisidores españoles jamás soñaron
poseer”.
Con esto quedaba
sentenciado. Estando en Cataluña luchando al lado de las milicias del POUM, la
entonces NKVD (luego KGB) decidió exterminar a toda la izquierda que no
obedeciese las órdenes de Moscú. Orwell estaba en la lista. Fueron robados
documentos y cartas personales de su hotel en Barcelona, los cuales han sido
descubiertos relativamente hace poco en los archivos secretos de la KGB. En
dichos documentos figuraba “Trotskista manifiesto”. Era su sentencia de
muerte. Sin embargo, pudo escapar de España, cuando ya los comunistas (los
Carrillo, Comorera, Grimau) lo tenían al alcance la mano. El que no tuvo la
misma suerte fue su instructor en las milicias del POUM, G. Kopp: una vez
capturado fue enviado a Moscú y encerrado en una pequeña habitación repleta de
ratas. En la obra “1984”, ediciones Destino de mayo de 2.002, “Tercera
parte, capítulo V”, página 302 y siguientes, se puede leer la escena
terrorífica de las ratas, escena inspirada en la forma de tortura que los
comunistas reservaron para Kopp.
Dejó unas frases que hacen
daño: “Si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás
lo que no quieren oir”.
En lo que se refiere a
España, decía:
“Lo que vi en España, y
lo que conocí después del funcionamiento interno de los partidos de izquierda,
me ha provocado un asco infinito de la política”.
“Algunos de los
periódicos extranjeros antifascistas descendieron incluso hasta la lamentable
mentira de asegurar que las iglesias sólo eran atacadas cuando se las usaba
como fortalezas franquistas. En realidad, las iglesias eran saqueadas en todas
partes como la cosa más natural del mundo . . .” . (“La persecución religiosa en
España 1931-1939”, página 56).
También comenta el odio
mutuo que había entre los comunistas y el POUM. Es de sobra conocido el
encarcelamiento de los “poumistas”, así como la tortura y asesinato de Andrés
Nin (fue despellejado vivo), por los marxistas. Para algunos historiadores
comunistas, todo esto estaba justificado y demostraba “¡la supervivencia del
Estado de derecho republicano!”. (Mismo libro anterior, página 175)
Para los del marxismo,
Orwell sigue siendo ¡cómo no! un trotskista, un provocador, “un aliado de
Franco”, un hitlero-trotskista . . . Es decir: las mismas mentiras de las
que se valieron para justificar el asesinato de Andrés Nin.
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