Uno de los conceptos más manidos y manoseados por los “internacionalistas”, es de la libertad que, como ya se sabe, en los países “internacionalistas” tal libertad no existe. Para encandilar y exasperar al “pueblo soberano” se saca a relucir sin saber que dicha libertad, debidamente manipulada, puede que sea verdad, mentira, engaño, fraude, falsificación, o argucia y artificio para conseguir algún fin.
El “pueblo soberano” tiene la sensación de que la
libertad es una cuestión única y exclusivamente de la voluntad, y que nada
tiene que ver con el saber y con la verdad. La voluntad de Don Quijote le hizo
decir que eran gigantes en vez de molinos, pero sin embargo Sancho estaba en
posesión del saber y de la verdad al decir que eran molinos.
Lo que no cabe duda es que el modo de pensar puede
ayudar o impedir que haya verdadera o falsa libertad, pues aquí entran los
principios éticos y morales ¿Qué preferirá un político, ejecutar una injusticia
o sufrirla? Si es un politicastro de tres al cuarto como los de ahora,
indudablemente ejecutarla, y si es un verdadero político sufrirla. Dichos
principios éticos y morales son los que llevan a diferenciar y distinguir entre
pretensiones, ambiciones, ideales, deseos, etc, frívolos, vanos, infundados, superficiales,
y deseos, pretensiones, ambiciones, etc, profundas e inteligentes que servirán,
entre otras cosas, para diferenciar la apariencia y los asuntos superficiales
de las cosas reales, aunque muchas veces las cosas no son lo que parecen.
Lo que tristemente sucede es que muchos, muchas y
“muches” viven en una ignorancia y en una ineptitud tal, que les hacen vivir
totalmente engañados, pudiendo traer esto consecuencias fatales como se está
viendo en estos momentos. Vamos a poner un ejemplo muy sencillo, que se puede
trasladar a otros asuntos y situaciones, ya sean políticas, sociales o
económicas.
Supongamos que una persona está sentada en un
restaurante para comer. Lo primero que pide al camarero es un vaso de agua, ya
que tiene mucha sed, bebiéndola a toda prisa, provocándole inmediatamente
vómitos y mareos, sin saber que el agua estaba en malas condiciones,
obviamente.
Evidentemente, como esta persona tenía y disponía de
libertad, hizo lo que le dio la gana, pero se supone que no quería que le
diesen tales mareos y vómitos. Es decir, que para disponer y disfrutar de la
libertad, hay que saber las consecuencias que puede traer, ya que muchas veces
por mor de dicha libertad se confunde la realidad con las apariencias, amén de
actuar en contra de principios éticos y morales.
En fin, lo desastroso del asunto es que los valores
prácticamente no existen, pues hay que ser “libres”, oiga, aunque algunos y
algunas hayan visitado al Papa. Una cosa es la Libertad, y otra la libertad.
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