Así se intitula el libro del que fuera secretario de Azaña entre los años 1935 y 1939, Santos Martínez Saura, Editorial Planeta S.A., 1999, 799 páginas incluido Índice Onomástico, Edición y Prólogo de Isabelo Herreros Martín-Maestro, Nota Preliminar de Paloma Zubieta López.
Y con esta entrega terminamos. Como ya hemos dicho en
las anteriores, hemos hecho referencia a este libro en varios de nuestros
artículos. Ahora vamos a ver lo que nos
dice su autor en el párrafo intitulado “Asturias”,
páginas 763 a 769, dentro del apartado
“Información del Norte”, páginas 759 a 771, “Apéndice I I”. En la
página 767 y siguientes, dentro del párrafo intitulado “La evacuación”, se lee el apartado “Conclusión”, en donde se ven los motivos de la pérdida
del Norte de España que estaba en manos de los rojo-republicanos.
“La
pérdida del Norte se debe en gran parte a la falta de aviación, lo mismo que a
Santander llegaron treinta cazas en agosto pudieron ir a Bilbao.
A
los celos de provincia a provincia y falta de preparación y competencia de los Consejos
respectivos, cuya actuación fue funesta sin excepción alguna”.
En el párrafo siguiente nos
habla de las insuficiencias de los mandos militares, comentando algo sobre
Mariano Gámir Ulíbarri, general de brigada republicano que fue el responsable
del Ejército del Norte por orden de Indalecio Prieto. Sobre este personaje se
lee:
“Gámir
no dispuso de tanto tiempo y las circunstancias en que tomó el mando eran harto
difíciles; su fracaso rotundo fue no sólo como político, sino en el aspecto
militar por desconocer la moral y consistencia del cuerpo de ejército de
Santander”.
En otro párrafo se lee:
“Jamás
un representante del Estado Mayor se dio una vuelta por el Norte, con lo fácil
y cómodo que resultaba el viaje en un Douglas; de haberlo hecho no se hubieran
pedido operaciones como la de Oviedo en el mes de agosto que exigió una concentración
de 30 batallones y que fracasó a penas iniciada, haciéndonos el enemigo 670
bajas en unos momentos”.
Otro párrafo dice:
“Otro
elemento que defraudó fueron los famosos mineros; al principio cogieron las
armas y se batieron, y al ver que la guerra se alargaba y se imponía una
disciplina se consideraron indispensables en sus minas, de las que no salieron
hasta el mes de agosto para realizar los trabajos de fortificación. Con ellos y
los emboscados en las consejerías se hubieran podido movilizar veinte mil
hombres más, previo el envío de las armas correspondientes”.
Como ya sabrán, en octubre
de 1937 tuvo lugar la toma de Gijón por las tropas nacionales, con lo que se
perdió el último tramo de Asturias.
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