martes, 2 de noviembre de 2021

La existencia de Dios


 

Como ya sabrán, en su día, concretamente el 25 de agosto de 2019, comentamos el libro “Dios existe. Yo me lo encontré”, autor André Frossard (1915-1995), Ediciones Rialp S.A.,1983, versión española realizada por José María Carrascal Muñoz, 182 páginas, incluidas las dedicadas a “LIBROS DE BOLSILLO RIALP”. Como ya sabrán también, este es otro libro que los “internacionalistas” de la mentira del odio y del terror, no mencionan para nada, ya que su autor, marxista y obviamente ateo, nos narra su conversión al catolicismo.

No cabe duda de que hay hechos que nos indican que hay un Sumo Hacedor, un Ser Supremo, en una palabra, un Dios, aunque dichos “internacionalistas” hablen y hablen de la naturaleza sin mencionar para nada Quién la creó. Con decir que “toda referencia a Dios es un auto vómito despreciable” (Lenin dixit), o con decir que “los dioses han aparecido sobre la tierra para aplacar el hambre, para apagar la sed, en una palabra, para remediar la miseria humana” (Marx dixit), está todo solucionado.

Vamos a ver unos hechos y razones que indican la existencia de Dios, hechos y razones que los citados “internacionalistas” (algunos de ellos se auto consideran como “científicos”), rechazan de plano y no mencionan para nada.

En todas las culturas que han aparecido a lo largo de la historia de la Humanidad, las personas estuvieron convencidas de que había, y hay, un Dios. Esto lo creyeron, y lo creen, millones y millones de personas de distinta forma de pensar, de distintas situaciones económicas, sociales, etc. Hay que ser muy atrevido, muy intrépido, y muy temerario, o muy mal intencionado, para afirmar que dichos millones de personas estuvieron, y están, equivocadas. El sofisma ad verecundiam es el que impera: lo dijo Blas, punto redondo, siendo Blas Karl Marx, Lenin, Engels, Antonio Gramsci, etc, etc.

Según los estudios realizados últimamente, parece que hay dos Billones de galaxias ¿De dónde salieron? ¿Del Big Bang? ¿Cómo se produjo esa explosión? ¿Cómo es que en la gran complejidad del Cosmos se encuentre nuestro sistema solar, con nuestro planeta Tierra, con todas sus características, que indican y apuntan a un Gran Creador, Un ser Supremo, un Sumo Hacedor, es decir, un Dios?

Si echamos un vistazo a las características de nuestro planeta, observaremos que hay Alguien detrás. Por ejemplo, un elemento tan simple como el agua, con las características ya sabidas de inodora, insípida e incolora, aunque la de los mares sea salada, sin la que ningún ser vivo, sea de la peculiaridad que sea, puede existir sin su presencia: ni plantas, ni seres humanos, ni animales.

¿Y qué decir del cerebro humano? La cantidad de información que procesa de forma sincrónica y simultánea es sencillamente extraordinaria: vemos varias cosas a la vez, con sus formas, colores, disposiciones, etc. Nos damos cuenta de la temperatura que hay, de los ruidos y silencios que nos rodean, así como también movemos nuestras extremidades, amén de reconocer, registrar y expresar emociones, efemérides, recuerdos, ideas, opiniones, doctrinas . . . todo ello a la vez. La pregunta surge inmediatamente: ¿Quién lo creó? ¿El azar? ¿La casualidad? ¿El albur?

Si echamos un vistazo al monumento tallado en una montaña de granito de Keystone en el estado de Dakota del Sur (EE.UU.), montaña en la que se tallaron las caras de cuatro presidentes de Estados Unidos considerados los más importantes: George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosewelt y Abraham Lincoln, pues eso, si echamos un vistazo, ¿se puede pensar que esta gran obra es producto del azar y de la casualidad? Evidentemente, no. De alguien partió la idea y alguien lo tuvo que hacer.

Si nos trasladamos ahora al mundo espiritual, ¿son también producto del azar el amor, el cariño, la pasión, el coraje, la valentía, la dignidad, la decencia, la modestia, la caridad, la compasión, la piedad, el deber, la obligación, etc, etc?

En fin, el que quiera entender que entienda.




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