jueves, 25 de noviembre de 2021

Sobre la vivienda


 Como ya sabrán, eso que llaman Consejo de Ministros aprobó el Anteproyecto de Ley por el Derecho a la Vivienda, que se llevará al Congreso de los Diputados a fines de este año, aunque esta Ley tendrá que pasar los trámites parlamentarios antes de su aprobación, lo que podría prolongarse hasta bien entrado el año 2022. Como puede verse, se habla de Derecho a la Vivienda. De obligaciones nada se dice.

Aunque queda tiempo para que entre en funcionamiento este nuevo desastre del “sanchismo”, dicho Anteproyecto “viviendoso” ya está trayendo sus efectos malignos sobre el mercado inmobiliario. Según la Agencia Negociadora de Alquiler (ANA), entre el 15 y el 20% de personas están sopesando poner en venta sus viviendas, según se vayan terminando los contratos con los locatarios. Esto quiere decir que el número de viviendas de alquiler quedará reducido, no aumentando como dijo en su día el desgobierno de “su sanchidad”. Por otra parte, esta ley contempla de manera oculta, encubierta y camuflada una subida del IRPF para los propietarios.

Por otra parte, las prohibiciones de desahucios, el mirar para otra parte por mor de los “okupas”, amén del tiempo que puede transcurrir para echar a un moroso, todo esto, y otras cosas, harán que los propietarios utilicen las viviendas para otros menesteres, lo que llevará a que se reduzca más el mercado, lo que traerá la subida de precios.

Aunque esta Ley fuera aprobada, los Ayuntamientos y los reinos Taifas autonómicos serán los que decidan si se aplica o no. De hecho, algunos ya dijeron que no se aplicará en sus respectivas zonas.

Si a esto unimos la reciente advertencia de la Comisión Europea al gobierno de su “sanchidad”, comunicándole que debe mantener una política fiscal sensata y prudente debido a los altos niveles de deuda pública y del déficit, nos espera un horizonte desolador . . . aunque, bueno, a lo  mejor se soluciona para el año 2050,oiga.

En fin, no merece la pena comentar más, porque se le suben a unos los testes a la úvula, como diría el genial Jaime de Campmany.



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