lunes, 15 de noviembre de 2021

“Discursos políticos”


 Así se intitula el libro escrito por Václav Havel, Colección Austral-Espasa Calpe, 1995, 187 páginas. Vamos a insertar lo que nos dice el autor sobre el odio. Lo primero que haremos será un breve comentario sobre quién fue Václav Havel (1936-2011).

Como ya sabrán, fue un escritor y político checo, siendo el último presidente de Chescoslovaquia, y el primero de la República Checa. En su día se opuso enérgicamente a la invasión de Checoslovaquia por mor del “Pacto de Varsovia”, motivo por el cual se prohibieron sus obras, siendo encarcelado en 1968 por la firma del “Manifiesto de las dos mil palabras”.

Fue perseguido tenazmente, siendo encarcelado muchas veces por defender los Derechos Humanos, y por denunciar los problemas económicos, sociales y políticos del comunismo, régimen que ocultaba y negaba estos problemas, como siempre.

Dicho esto, en el mentado libro, y dentro del Capítuo V I I I intitulado “Reflexiones sobre el origen del odio”, páginas 107 a 121, nos dice Václav, en un discurso pronunciado en Oslo el 29 de agosto de 1990, lo siguiente:

“Debemos luchar enérgicamente contra cualquiera de los posibles gérmenes del odio colectivo, no sólo por principio, sino también porque hay que hacer frente al mal, por nuestro propio interés”.

En la página 109, se lee el siguiente párrafo:

“En el subconsciente de los que odian domina la perversa sensación de que ellos son los únicos auténticos portadores de la verdad absoluta, lo que les convierte en superhombres o, incluso, en dioses. Por ello, sienten que merecen el total reconocimiento del mundo, así como una condescendencia y lealtad plenas o una obediencia ciega. Pretenden ser el centro del mundo, por lo que, al comprobar que ni se les considera ni se les valora como tal, que incluso pasan desapercibidos, cuando no son objeto de burla, se sienten permanentemente frustrados e irritados”.

En la página 118, refiriéndose a los países europeos dominados por la URSS, nos dice Václav Hevel:

“El sistema totalitario que ha dominado durante largos años a la mayoría de estos países se caracteriza, entre otras cosas, por la tendencia a igualar y uniformizar todo, de manera que durante decenios oprimió con dureza cualquier soberanía o, si quieren, cualquier otredad de las naciones subyugadas. Desde la estructura de la administración central hasta las estrellas en los tejados todo era igual, es decir, importado de la Unión Soviética. No es de extrañar, por tanto, que en el momento en que estas naciones se liberaron del sistema totalitario se dieran cuenta súbitamente, con inusual claridad, de su diversidad mutua y, de repente, liberada”.

Y termina este capítulo con lo que se lee en las páginas 120 y 121:

“Los hindúes tiene una fábula sobre el pájaro mítico Bhérunda. Es un pájaro con un cuerpo, pero con dos cuellos, dos cabezas y dos conciencias independientes. A raíz de la continua convivencia, las dos cabezas empezaron a odiarse y decidieron hacerse daño entre sí, por lo que empezaron a tragar piedras y veneno. El resultado es evidente: el pájaro Bhérunda empieza a tener espasmos y muere gimiendo en voz alta. Krishna, con su misericordia ilimitada, lo resucita para que recuerde siempre a los hombres cuál es el final de cualquier odio.

También nosotros, los que vivimos en las resurgidas democracias europeas, deberíamos recordar esta fábula diariamente: si una de ellas se deja vencer por la tentación de odiar a la otra, todos terminaremos como el pájaro Bhérunda”.

El que quiera entender, que entienda.

Y terminamos con una frase de Víctor Hugo: “Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga”.



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