martes, 12 de noviembre de 2024

La verdadera República


 

Mucho se habla y se escribe sobre la I I República Española. Se dicen auténticas mentiras y falsedades. Casi nadie habla de lo que es una verdadera República, que nada tenía que ver con la de aquellos tiempos.

Los verdaderos republicanos querían la República del respeto a todas las libertades y discrepancias; la que permitiese distintas alternativas de poder dentro de una amplia gama de matices ideológicos; la que atendiese las verdaderas necesidades de la sociedad por medio de la propuesta, el debate y votación. No querían la República de partido único en la que no se permitan disidencias organizadas. En una palabra: no querían la república de la bota, del bozal y del grillete, y la de ver, oír y callar.

 Decía un infumable pedante marxista que cuando se estableció la Republica “se abría para España la posibilidad de un régimen democrático que realizase las reformas progresistas que se habían ejecutado en los países de la Europa nórdica y occidental”.

 Nunca se miró para los citados países. Durante la campaña electoral del año 1.936, Largo Caballero decía: “Establecida la república, nuestro deber es traer el socialismo. Y cuando yo hablo de socialismo, no hablo de socialismo a secas, hablo del socialismo marxista”.

 Cuando se elaboró la Constitución de 1.931,  Jiménez de Asúa, izquierdista y republicano, “citó las Constituciones elegidas como modelos: la de Méjico de 1.917 y la de Rusia de 1.918 a las que denomina constituciones madres”.

 Conviene leer la obra del comunista Castro Delgado, organizador del Quinto Regimiento, intitulada “Hombres made in Moscú”, donde se habla de construir el socialismo. (Este libro lo tenemos comentado en este blog con fechas 26 al 31 de mayo de este año).

 El 14 de Marzo de 1.936 en la reunión de las primeras Cortes, el diputado comunista Vicente Uribe levanta el puño y comienza a cantar “La Internacional”.

 En Julio de 1.933 nace la Asociación de Amigos de la Unión Soviética.

 Los manifestantes del 1º de Mayo en Sevilla pidieron el desarme de las tropas y el reconocimiento de la URSS.

 El 21 de Diciembre de 1.936, el Jefe de Gobierno de Valencia, Largo Caballero, el Lenin  español, recibe una carta fraternal de Stalin, Vorochilov y Molotov dándole cuatro consejos sobre la forma de llevar la revolución en España.

 En un cartel editado por Izquierda Republicana (partido de Azaña) aparece el emblema marxista de la hoz y el martillo.

 En algunas calles se colocó el rótulo de “Avenida de Rusia”.

 Como se ve, no aparecen por ningún sitio alusiones a Suecia, Noruega y Finlandia.

 Nos imaginamos que en estos países no se amenazasen de muerte a sus diputados, como estaba ocurriendo en España. (“Usted ha hablado por última vez”, o “Si se cumple la justicia del pueblo, su Señoría morirá con los zapatos puestos”).

 También decía el pedante marxista infumable antes mentado, que durante la República se habían construido millares de escuelas. No opinaba lo mismo  Salvador de Madariaga que, como ya saben fue, entre otras cosas, Ministro de Instrucción Pública. Cuando fue nombrado para el ministerio de Educación, en la primavera de 1.934, había en España “10.500 maestros sin escuela y 10.500 escuelas sin maestro”. A los dirigentes republicanos se les planteó un problema, que ellos mismos buscaron: querían desalojar a la Iglesia del campo educativo. Esto llevó a que “entre 350.000 y 700.000 niños cayeran bajo la responsabilidad del Ministerio de Instrucción Pública”. Sobre este tema también comenta el señor Madariaga: “el primer ministro de Instrucción de la República, el maestro catalán Marcelino Domingo, creó 7.000 escuelas sobre el papel, 3.000 en realidad”.

 Como no podía ser de otra manera, el pedante marxista de marras calificó a Gil Robles, jefe político de la CEDA, de fascista, justificando la Revolución del 34 diciendo que “no fue tanto un intento revolucionario como tratar de impedir el acceso al poder del fascismo por la vía legal”.

 No se comprende muy bien cómo un señor encargado de elaborar , junto a otros, el proyecto de la Constitución del 31, pueda ser calificado de fascista, teniendo en cuenta,  como se dijo anteriormente, lo de la Constitución madre de Rusia de 1.918. El programa político de la CEDA “preconizaba un equilibrio en el enfoque de los problemas sociales mediante la intervención limitada del Estado”.

  Por otra parte, Gil Robles “se opuso vivamente a que la CEDA participara en el alzamiento militar del 18 de Julio”.

 Otra cosa que no se comprende muy bien es que para evitar el acceso del fascismo, se haya tenido que constituir el Ejército Rojo, según el Bando publicado por el Comité Revolucionario de fecha 9 de octubre de 1.934 y también, entre otras cosas, quemar bibliotecas.

 Dicho pedante marxista comparaba el Frente Popular español con el Frente Popular francés diciendo que ambos aplicaron un programa de izquierda moderada muy semejante.

 La brutalidad y la ignorancia de este sujeto quedan aquí patentes, ya que omite, calla o ignora un pasquín del Frente Popular francés en el que se aludía a la capacidad del comunismo “para absorber a sus aliados circunstanciales”. Decía así:

 “LE FRONT POPULAIRE ¡Francais!, si vous voulez être mangés par les communistes, marchez et votez avec les radicaux-socialistes, ou les socialistes!”.

 Sin embargo, el mentado pedante nada dice de las ocho condiciones lanzadas por el PCE el 18 de diciembre de 1.936 para ganar la guerra. ¿Acaso no tenía que ser el Gobierno quien dijese qué era lo que había que hacer para conseguir la victoria?

 El PCE de aquellos tiempos, apoyado por la destartalada URSS, se tomó unas atribuciones que no le correspondían a tenor de los 15 diputados que tenía en el Parlamento.

 La influencia soviética en aquella República llegó a tales extremos que, como ya saben, terminó con frases tales como “¡Viva la URSS!”, o con fotografías en la Puerta de Alcalá en las que se ve a Stalin en medio de Vorochilov y de Litminov. Estas fotos fueron colocadas en octubre de 1937 con motivo del vigésimo aniversario de la revolución rusa. También aparecen muchas fotos de Lenin en las carteleras que había en la Puerta del Sol.

 El republicano Salvador de Madariaga, a su regreso del exilio en 1.976, manifestó lo siguiente:

 “El Partido Comunista no tiene derecho a participar en sistemas democráticos porque en ningún país en el que ha alcanzado el poder ha permitido la democracia”.

 Como puede verse, la “Europa nórdica y occidental” no aparecieron en aquella república del crimen, señor pedante.

 ¡Menudo “vínculo luminoso”!



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