Transcribimos la siguiente carta de D. Luis Pío Moa Rodríguez. No tiene desperdicio, como todos sus escritos y libros.
“Ruego
a mis lectores y oyentes difundirlo del modo más amplio y reiterativo posible:
Ustedes saben perfectamente que el sujeto que aspira a profanar la tumba de
Franco es un falso doctor. Es decir, que ha estafado a la universidad, a la
opinión pública y a la democracia. Lo saben ustedes, entre otras cosas, porque
ese sujeto amenazó con acciones legales a quienes pusiesen en duda su
doctorado, amenaza que no fue capaz de cumplir. Un estafador y profanador de
tumbas, aupado además al poder por los grupos más totalitarios y separatistas,
no puede gobernar una democracia sin causarle los mayores perjuicios.
Dicho Estafador se apoya en una llamada ley de memoria histórica, y ustedes
saben perfectamente que esa ley es a su vez una estafa a la democracia. Porque
solo en regímenes totalitarios tipo Corea del Norte se impone desde el poder a
los ciudadanos la historia que deben creer.
Ustedes saben además que esa versión de la historia es falsa. Lo prueba el
mero hecho de que precise imponerse desde el poder y de forma
totalitaria, tiránica. Es una Ley de la Estafa Histórica.
Ustedes saben bien, porque es su obligación como jueces, que dicha ley
amenaza las libertades de opinión, expresión, investigación y cátedra. Amenaza
que el citado Profanador y su gobierno intentan desarrollar en persecución
abierta a quienes defendemos la verdad de la historia.
Asimismo saben ustedes de sobra que dicha ley pretende convertir en
mártires de la libertad a los asesinos, torturadores y chekistas que,
abandonados por sus jefes, fueron juzgados y fusilados al terminar la guerra.
Por tanto, los autores de la Ley de Estafa Histórica se solidarizan
precisamente con tales “mártires de la libertad”; y, como estos antaño, tratan
hoy de privar de libertad a los españoles.
Ustedes saben perfectamente que el pretexto invocado por el Estafador, de
que una democracia no puede admitir un monumento que honre a un
“dictador”, es tan falso como el doctorado o la ley en que se apoya el desmán.
Ustedes saben que una institución importante de la democracia española es
la monarquía, y que la misma se debe a Franco, por lo que la profanación de los
restos de este es un ataque evidente a la monarquía. Y a la democracia.
Ustedes saben que Franco salvó a la Iglesia y la cultura cristiana del
exterminio genocida a que la sometían aquellos “demócratas” con quienes se
identifican el Profanador y su ley. El ultraje a los restos de Franco humilla
así a la Iglesia y agrede de nuevo a la raíz cultural de España y de Europa.
Muchos pueden fingir indiferencia, ustedes como jueces no pueden.
Ustedes saben que el paso del franquismo a la democracia se hizo
en referéndum de 1976 “de la ley a la ley” por abrumadora mayoría. Es
decir, se hizo DESDE el franquismo y CONTRA las pretensiones rupturistas de
antifranquistas similares al Estafador. Y se hizo así porque la vasta mayoría
del pueblo español tenía memoria inmediata y real del franquismo, opuesta a
la memoria-estafa que intentan implantar hoy ¡por ley!
La memoria del franquismo era entonces la de un régimen que había vencido a
un Frente Popular salido de elecciones fraudulentas, el cual había asesinado al
jefe de la oposición y a cientos de personas más, que se había entregado, con
el oro, a Stalin, organizado las chekas y llevado a varias regiones al borde de
la secesión. Después, el franquismo había mantenido a España al margen de las
atrocidades de la guerra mundial, había derrotado al maquis comunista, había
reconstruido el país sin depender de nadie, había vencido a un delictivo
aislamiento internacional, había presidido la época de mayor desarrollo
económico vivido por España antes o después y había creado una sociedad
próspera y políticamente moderada. Los votantes en el referéndum de 1976
querían precisamente una democracia fundada en los logros anteriores, de
ningún modo una vuelta a un viejo pasado añorado solo por demagogos
irreconciliables y a menudo alucinados como el Profanador.
Ustedes saben muy bien que ninguna democracia funciona en sociedades
de miseria, grandes diferencias sociales y plagadas de odios políticos, como
fue la república. Y saben que el franquismo creó las condiciones para una
democracia estable y no caótica, y que por eso el pueblo decidió esa evolución.
Y también por eso el Profanador y sus huestes, y los separatistas que añoran un
pasado nefasto, se retratan en toda su sordidez moral al intentar
vengarse ultrajando los restos de un gran estadista.
En cambio, ¿qué debe la democracia a gentes como el Estafador y su partido?
Les recordaré algunos de sus “méritos”, que no deben olvidarse. Empezaron con
la gravísima ilegalidad de la expropiación de Rumasa, madre de mil
corrupciones, y con la declaración de la muerte de Montesquieu, es decir,
de la independencia judicial. Esto debieran tenerlo ustedes muy en cuenta, por
lo que les atañe y nos atañe a todos. La corrupción se extendió como una mancha
hasta institucionalizarse en alguna región. Ese partido ofreció a la ETA la
“salida política” reconociendo así sus crímenes como actos políticos, contra la
Constitución y el estado de derecho. Tal medida no impidió al mencionado
partido practicar el terrorismo de estado en un bandazo que no excluía el
anterior. Su primera experiencia de gobierno se saldó con tres millones de
parados y una grave crisis económica. Y su segunda experiencia fue peor: llegó
a los cinco millones de parados, rescató a la ETA de la ruina a que la había
llevado el gobierno anterior, primer gobierno que desde la transición había
aplicado el estado de derecho a los etarras, promovió los separatismos
como nunca antes, reconociéndoles una soberanía práctica, promovió el islam y
una inmigración salvaje, entregó ilegalmente soberanía a la burocracia de
Bruselas… Por no seguir: estas son las contribuciones del partido del Estafador
a la democracia, contribuciones continuadas por el partido teóricamente
opositor. Julián Besteiro, un socialista demócrata –rara avis– reconoció que el poder de los suyos
se había asentado en “un Hilamaya de falsedades”. Ese himalaya opresivo y
venenoso ha vuelto a cubrir en gran parte el clima social de España.
Ustedes deben saber, por oficio, que no hay libertad ni democracia
sin estado de derecho; y ustedes deberían ser los garantes de ese estado contra
los abusos, las demagogias y las estafas de personajes como el Doctor y su
partido. Ustedes debían elegir entre defender el derecho o defender a los
estafadores. Ustedes han optado por defender a estos últimos, en nombre,
para más injuria, del “interés general”. El interés general de los profanadores
y separatistas. Para perpetrar el gran desmán, todos juntos han debido
vulnerar la decisión popular de 1976 y las normas más básicas de la convivencia
libre y civilizada. De hecho han culminado ustedes la demolición del estado y
la legalidad construidos en la transición, rematando de paso a Montesquieu. Han
echado ustedes sobre sus hombros una tremenda responsabilidad que no es solo
política, sino histórica. Y la historia demuestra que estas infamias no suelen
salir gratis a sus autores ni, por mayor desgracia, a las
sociedades víctimas de ellas”.
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