El título completo del libro es “Auge y caída del
PSOE. Una mirada crítica a 150 años de historia”, autor Carlos Javier Alonso,
Editorial Digital Reasons, 2024, 442 páginas, incluido “Índice onomástico”.
Consta de ocho capítulos todos ellos interesantísimos. De esta obra nada
comentan los de la internacional de la mentira, del odio y del terror.
Como decíamos en la anterior entrega, en esta última veremos
algo sobre lo que aparece en el Capítulo 5 intitulado “El PSOE durante la
Segunda República”, páginas 83 a 112.
En las páginas 91 y 92, se lee lo siguiente:
“La llegada de la República el 14 de abril
de 1931 y las rápidas elecciones a Cortes Constituyentes presagiaban lo peor
para las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Parece que, para el conjunto
de la izquierda republicana, la cuestión religiosa se presentó de manera
independiente a la situación del clericalismo y a la opinión de los católicos
sobre la República. Lo que realmente les molestaba era la presencia del
catolicismo en la vida social y cultural.
Algunos de los protagonistas del cambio
político eran católicos y habían tenido parte fundamental en el nacimiento de
la República, como por ejemplo el presidente del Gobierno, Niceto Alcalá
Zamora, quien decía, en su famoso discurso del 10 de octubre de 1931, en el
debate de las Cortes, de las disposiciones antieclesiásticas del artículo 26 de
la Constitución: Yo no tengo conflicto de conciencia^. Mi alma es hija a la vez
de la religión y de la revolución, y la paz de ella consiste en que cuando se
mezclan las dos corrientes las hallo acordes en la expresión de una misma
fuente, de un mismo criterio, que la
razón lo eleva a los principios últimos y a la fe los encarna en la enseñanza
del evangelio. Pero yo, que no tengo problema de conciencia, tengo conciencia (
. . . ). Y ¿qué remedio me queda? La guerra civil jamás ( . . . ). En bien de
la patria, en bien de la República, yo os pido la fórmula de la paz”
En el párrafo que sigue, se lee:
“Para ambientar los prolegómenos de la
Guerra Civil, vale la pena recordar también el discurso de Manuel Azaña del día
13 de octubre de 1931: Tengo los mismos motivos para decir que España ha dejado
de ser católica, que para decir lo contrario de la España antigua. España era
católica en el siglo XVI, a pesar de que aquí había muchos y muy importantes
disidentes, algunos de los cuales son gloria
y esplendor de la literatura castellana. , y España ha dejado de ser católica,
a pesar de que existen ahora muchos millones de españoles y creyentes”.
Después de estas palabras de Azaña, se lee;
“La traducción es clara: el Estado ya no
era católico. Esta premisa sería válida si el conjunto delos españoles
democráticamente decidiera que el Estado
no fuera confesional. Ahora bien, lo que no tenía sentido era que el Estado se
convirtiera en un anticatolicismo, y, seguidamente, en un perseguidor de la
Iglesia, privándola de la libertad y sometiéndola al Estado”.
¡Ah!, entre las páginas 355 y 377, figuran los casos
de corrupción:
“Operación Madeja”; “Caso Plan 1000”; “Caso Albaida de
Aljarafe”; “Caso Vegas del Genil”; “Caso Francis Puig”; “Caso Mediador”; “Caso
Pegasus”; “Caso Koldo”; “Caso Begoña”; “Caso David Sánchez Pérez-Castejón”.
Y terminamos dedicando a Su Sanchidad, por aquello del
“vínculo luminso”, y por si le contó algo de esto al Papa cuando le
visitó, una frase de su correligionario sociata Enrique Múgica, que fue en su
tiempo ministro de Justicia:
“La democracia no es el silencio, es la
claridad con la que se exponen los problemas y la existencia de medios para
resolverlos”.
Pedir esto a esta patulea que nos desgobierna, es como
pedir peras no al olmo, sino a la mismísima secuoya.
Como decíamos en la anterior entrega, recomendamos
leer este magnífico libro. No tiene ni un ápice de desperdicio. Es muy bueno
para recuperar las memorias “histórica” y la “democrática”.
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