A pesar de que la teoría
marxista ha quedado obsoleta, demostrándose que es inviable, aún pervive mucha
gente que cree a ciegas en dicha teoría. La razón por la que creen, como ya
hemos dicho varias veces, es que han leído a Marx, pero no lo han comprendido,
y otros, otras y “otres” ni siquiera lo han leído.
En una ocasión
estuvimos con el hijo de unos amigos que venía de América, con todos los
gastos pagados por el sindicato y el partido, hablando sobre el tema. Su
cerrilismo y fanatismo no le dejaban pensar ni hacer la más leve crítica sobre
la religión marxista. Increíble.
Nos decía que el
proletariado, una vez que se ha hecho con el poder político, y como clase
dominante, se apoderará del capital y de los bienes de la burguesía, para que
los medios de producción pasasen al estado, con el objeto de aumentar ésta. Le
dijimos que entonces le quitarían a su padre el cochazo y el pisazo, amén de
una casa solariega preciosa que tiene en un pueblo de Asturias, con una gran
extensión de tierra como jardín. No supo qué decir y salió por peteneras, como
siempre.
Siguió con las monsergas
marxistas de siempre: expropiación de la tierra (la de su padre no, por
supuesto) y el dinero que se obtenga de esta operación servirá para pagar los
gastos del Estado, que abrirá nuevas fábricas aumentando la producción, a la vez
que se mejorará la agricultura, según planes establecidos por el Estado.
Le recordamos los planes
quinquenales soviéticos que lo único que generaron fueron unas hambrunas
gigantescas, por mor de las cuales murieron millones de personas. Como ya se
puede suponer, lo negó.
Y terminó con lo de siempre: que todo esto se conseguiría por medio de la
violencia y la revolución. Los tópicos típicos de siempre.
Le hemos dicho que el
comunismo ha fracaso en todo el mundo por muchísimas razones. También le hemos
dicho que si no había leído libros de gente desencantada de tal sistema, tales
como “Mi fe se perdió en Moscú”, del comunista Enrique Castro
Delgado; “La corrupción en la Unión Soviética”, de Ilia Zemtsov,
sociólogo, y profesor en el “Instituto Lenin” de Bakú, capital de Azerbayán,
que había sido invadida en 1.920 por el ejército rojo de la URSS, y ejerció las
funciones de jefe del Departamento de Información en el Comité Central del
partido comunista; “La Unión Soviética, de la utopía al desastre”,
de Vladimir Bokovski, otro comunista soviético arrepentido, y un montón de
libros más. Por supuesto no había leído ni uno.
Lo “didimoso” del caso
es que esta gente se tiene por intelectuales. ¡Manda “carayo”!
Nota.- Los libro antes
mencionados están comentados en este blog.
No hay comentarios:
Publicar un comentario