Según el Diccionario de los “inmortales” de la RAE, la
palabra diálogo tiene varias acepciones. A saber:
a).- “Plática entre dos o más personas, que
alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”.
b).- “Discusión o trato en busca de avenencia”.
c).- “Diálogo de besugos. Conversación sin
coherencia lógica”
d).- “Diálogo de sordos. Conversación en la que los
interlocutores no se prestan atención”.
Dicho lo anterior, y como ya saben, esta palabra se
usa con frecuencia por la costosa casta política no para buscar avenencia, sino
para todo lo contrario. Esto está sobradamente demostrado.
Como ya saben también, el “dialogante” Pablo Iglesias
actual dijo en su día que para “afrontar el conflicto catalán tiene tres
componentes: diálogo, diálogo y diálogo”, diciendo que el tal diálogo era
una “obligación de los políticos”, a la vez que hablaba de la
incapacidad de la derecha para el diálogo.
La verdad es que este diálogo del “podemita” lo que
persigue es negociar “el derecho de autodeterminación y amnistía”, Torra
dixit.
Si efectivamente se es partidario del verdadero
diálogo, ¿por qué socialistas y comunistas quieren investigar los crímenes del
franquismo, y no los de ETA, o los cometidos por los rojo-republicanos durante
la Segunda República? Esto quedó demostrado en enero de 2020: el PPSSOOEE votó
en contra de una resolución del Parlamento Europeo para investigar los
asesinatos de la banda terrorista, asesinatos que son un auténtico genocidio,
pues las víctimas eran eliminadas por el simple hecho de ser españoles.
Claro que a lo mejor este tipo de “diálogo” es de tipo
“apagógico” ( I ), oiga, es decir, un diálogo
que excluye o refuta tesis expuestas que van contra lo que se persigue, ya sea
de tipo económico, social, político, deportivo, etc, etc. Quizá también pueda
ser un diálogo de besugos o de sordos.
( I )
.-
Curiosamente esta palabra no figura en el Diccionario de los “inmortales” antes
mencionado, figurando nada más y nada menos que en los “Diálogos” de Platón. Demencial,
querido Watson, no elemental.
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