El título completo del
libro es “Miseria y grandeza del Partido
Comunista de España 1939-1985. Un análisis implacable de importantes episodios
históricos hasta ahora nunca desvelados”, autor Gregorio Morán, Editorial
planeta, 1986, 648 páginas incluido índice Onomástico, aunque hay otras tres
páginas más en las que se incluyen títulos publicados por “Espejo de España”.
Como decíamos en la
anterior entrega, el término “reconciliación nacional” no era propio del
movimiento comunista y era odiado por Lenin. A tal efecto, en la página 277 se
lee:
“Cuenta Manuel Azcárate, posteriormente miembro
del Buró del PCE, que por entonces y en reuniones con los soviéticos, los
españoles se hallaron en dificultades para traducir el término ‘reconciliación
nacional’, según él, porque no existía en ruso. No es exacto. Supondría una
pobreza léxica del ruso que sospecho no existe. Lo que sí tenían dificultades
era para encontrar un término que indicando expresamente ‘reconciliación
nacional’ no equivaliese semánticamente al que Lenin había denostado. El asunto
hoy aparecerá cómico pero entonces el tema podía tener derivaciones dramáticas,
pues sin el aval del PC soviético la ‘reconciliación nacional de todos los
españoles’ podía ser considerada anatema. Un grito táctico sin el
consentimiento soviético, aunque fuera tácito, entrañaba ‘revisionismo ‘
nefando pecado que nadie llevaba sobre su conciencia política sin arriesgarse a
ser castigado por ello. La manera de evitar el ‘revisionismo’ consistía en
obtener el espaldarazo del PCUS”
Como ya es sabido, los
jerarcas del PCE de aquellos años eran La Pasionaria, Pedro Checa, Jesús
Hernández, Vicente Uribe y Francisco
Antón. En la página 23 se leen unos pequeños detalles sobre Hernández y Uribe.
Nos dice el autor que “los dos habían
sido pistoleros en Bilbao”, comentando también que “Hernández, a la cabeza de un grupo comunista, asalta el diario ‘El
Liberal’, que dirigía Indalecio Prieto e intenta eliminarle”.
Sobre Uribe, nos dice:
“. . . Vicente Uribe, que unía a sus
limitaciones intelectuales una brutalidad en el trato que le valió el apodo de
‘Herodes’ por los jóvenes de al JSU, a quienes despreciaba públicamente. Se lo
cobrarán en 1956. A Hernández se le quería; era simpático, audaz, ágil,
mujeriego, intuitivo y nada dado a discurrir, con un nivel de instrucción
elemental, a quien propusieron para
ministro de Educación a los veintinueve años, porque no había otro de su ductilidad y audacia en el Buró
Político y porque esa cartera le correspondía al partido, representaba a
Córdoba en las Cortes y pasaba por orador fogoso y eficaz.
Uribe, metalúrgico vizcaíno, conocía apenas los
ciclos de las cosechas, pero ser ministro de Agricultura en el gobierno de
Largo Caballero se reducía a defender una trinchera más, y dar la tierra a los
campesinos. Eso hace que nadie se sorprendiera del nombramiento. Además estaba
el espíritu estalinista de la época, según el cual todo dirigente comunista
servía para todo aquello que se le encomendaba, y los primeros en creérselo
eran los propios interesados”.
Y terminamos con este
magnífico libro que recomendamos leer. Revisando el ÍNDICE ONOMÁSTICO, página
633, vemos que el nombre de Santiago Carrillo aparece, si no nos equivocamos al
contarlo, en 458 páginas, así como varias fotografías suyas en las páginas 105,
135, 231, 261, 293, 323, 355, 417, 449, 479, 541, 575 y 610. Nos ha llamado la
atención la que figura en la 479 tomada cuando regresó a España en febrero de
1.976, y que pertenece a su pasaporte falso.
Como ya hemos dicho
varias veces, este libro y otros, han desaparecido de las librerías. En este
caso, la documentación en la que se ha basado D. Gregorio Morán para escribir
esta obra, también ha desaparecido misteriosamente. Sin embargo, al abrirse parcialmente
los archivos secretos de la KGB, hay una sección dedicada a Carrillo.
Como dijo en su día un
“Mayor” del desnortado e híbrido PP, Carrillo había luchado desde las filas del
comunismo por la democracia y la libertad. Mayor sandez no se pudo haber dicho.
Se conoce que este sujeto del PP no ha leído este libro y otros referentes a
este sanguinario personaje.
Carrillo efectivamente
luchó, pero fue un luchador y combatiente stalinista, que no solamente asesinó
vilmente a cinco mil personas en Paracuellos, sino que depuró a sus colegas de
partido que le salían al paso.
Así, fue el principal
instigador de la venganza de la Pasionaria contra su antiguo amante Antón, que
fue condenado bajo la anuencia y aquiescencia de esta “sujeta” a trabajos
forzados en Polonia.
También fue Carrillo el
autor maquiavélico de las entregas de Monzón y otros a sus ejecutores. De esto
sabían mucho Julián Grimau y Enrique Líster.
Su sumisión a la URSS
era tal, que fue el que liquidó a los guerrilleros que molestaban a Moscú. Por
otra parte, cuando rompió con la URSS, que trataba de quitárselo de en medio en
la dirección del PCE, fue mantenido por dos grandes “demócratas”: el “luminoso” Kim-Il-Sung de la
Corea comunista, y el “Gran Conducator” rumano Ceaucescu. Sin comentarios.
En fin, en este libro y en otros que ya hemos
comentado, se ve lo mucho que este sujeto de “brillante hoja de servicios” tenía de criminal, de traidor, de
mentiroso, de cínico y de muchas cosas negativas más.
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