miércoles, 1 de noviembre de 2023

Sobre D. Severo Ochoa


 

Tal día como hoy 1 de noviembre, pero de 1993, fallecía en Madrid a los 88 años D. Severo Ochoa Albornoz. Había nacido en Luarca (Asturias) en 1905, siendo enterrado en el cementerio parroquial de esta localidad.

Residió en varios países: España, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, teniendo la nacionalidad española hasta 1956, ya que en ese año se nacionalizo norteamericano, lo mismo que su esposa doña Carmen García Cobián. Estudió, entre otros sitios, en “New York University School of Medicine”. Como ya saben, además de ser médico, fue profesor universitario, bioquímico, escritor e investigador. En el año 1959 se le concedió el Premio Nóbel de Medicina, con la nacionalidad norteamericana. Se jubiló en el año 1975 en la Universidad de Nueva York.

Por aquel año de 1993, hubo reseñas sobre la vida de D. Severo en varios periódicos. En algunos de ellos se leía que tenía la nacionalidad española y norteamericana, cosa falsa como ya hemos dicho.

Dejó frases tales como “Somos pura química”, o “El amor es la función de física y química”, “El amor y el odio son pura química”.

Nosotros pensamos que su gran amor por su esposa, doña Carmen García Cobián, así como su dedicación a la ciencia, a la enseñanza, su trato amable y respetuoso con todo el mundo, y todas las cosas buenas que tenía D. Severo, ¿son pura química? La verdad es que sería una química un tanto extraña, ya que de un simio haya podido salir un ser tan inteligente como D. Severo Ochoa. . . . .

También se leía en la prensa de aquellos días que D. Severo era agnóstico, aseveración que no concuerda con la opinión de D. César Nombela, que fue presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y discípulo de D. Severo en Nueva York entre 1972 y 1975. Dice D. César que no era ni agnóstico ni ateo, ni mucho menos contrario a la religión (su esposa era profundamente católica). Lo que sucedía era que cuando se llegaba a determinados postulados, D. Severo no tenía respuestas. En cierta ocasión escribió:

«Para la mayoría de los científicos, la vida es explicable casi, si no en su totalidad, en términos de la física y la química. Eso no quiere, sin embargo, decir que sepamos lo que es la vida». También manifestó: ¡Ojalá yo tuviera fe!”

Y ahora un par de datos importantes: tenía una gran amistad con  D. Pedro Arrupe y Gondra, más conocido como el padre Arrupe, y con Javier Zubiri, profesor y filósofo católico. Al primero lo visitó varias veces D. Severo en Roma y hasta en Japón. En cierta ocasión le pidió al padre Arrupe que lo bendijera.

A D. Javier Zubiri lo conoció en París en 1936, con el que mantuvo muchas conversaciones sobre «los grandes enigmas. Estábamos de acuerdo en que el enigma fundamental era el origen de la materia», origen que para D. Javier era Dios. También decía D. Severo que el “contacto con él elevaba a uno humana y espiritualmente». 

El otro dato es que cuando falleció en la Clínica de la Concepción en Madrid en la tarde del 1 de noviembre de 1993, dos horas antes del óbito pidió a las personas que lo acompañaban en la habitación que lo dejaran solo. Lo que pasó por la mente de D. Severo en esas dos horas, sólo Dios lo sabe.



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