jueves, 9 de marzo de 2017

“Las checas del terror” ( y I I )


El título completo del libro es “Las checas del terror. La desmemoria histórica al descubierto”, autor César Alcalá, Editorial LIBROSLIBRES, 2.007,  286 páginas incluida Bibliografía.


Como decíamos en la anterior entrega, en esta última veremos la gran pantomima que era la Dirección General de Seguridad en aquellos terribles días.

En las páginas 33 y 34, dentro del apartado intitulado “Las hazañas frentepopulistas”, correspondiente al capítulo “Las milicias populares”, se lee:

“Cotidianamente el Juzgado de Guardia instruía diligencias y causas para averiguar los autores de los fusilamientos del día, pero las órdenes que se daban de la Dirección General de Seguridad – de que se hicieran gestiones para averiguar quiénes eran y se procediera a su detención y conducción al Juzgado, con los atestados correspondientes – tenían invariablemente la misma contestación. Al cabo de unos días se recibía un oficio de la Dirección General de Seguridad comunicando al Juzgado que habían resultado infructuosas las gestiones practicadas en el asunto.

Entregadas las armas a los milicianos populares por el Gobierno de la República se constituyó, desde un principio, un núcleo adicional de milicianos pertenecientes a las organizaciones políticas y sindicales, que se dedicaron a limpiar la retaguardia por el procedimiento del paseo, es decir, sacando a las afueras de la población a los elementos hostiles y fusilándolos sin piedad. En un principio es posible que no se observara trámite alguno previo. Muchas personas fueron asesinadas en su domicilio o en la escalera de sus casas. Enseguida se formaron numerosas checas, donde a las ejecuciones precedía un simulacro de juicio. Cabe destacar, entre ellas, la de Bellas Artes -  que se trasladó después a un palacio de la calle de Fomento – y que tomó el nombre de Comité de Investigación Pública. No se sabe en virtud de qué disposición esta checa adquirió carácter oficial. La integraban representantes del Frente Popular y uno de la Dirección General de Seguridad, y teóricamente estaba facultada tan sólo para enviar a sus detenidos a la Dirección de Seguridad o ponerles en libertad. La verdad era otra. Unos pocos volvían a sus casas, pero la mayoría eran llevados por los milicianos desde la misma checa a las afueras de Madrid, donde eran fusilados. La actuación constante de este comité no impidió que las demás checas siguieran funcionando sin descanso”.

En fin, los crímenes cometidos por los rojo-republicanos durante la II República española, nunca fueron investigados, ni juzgados ni condenados. Ni la Comisión de Derechos Humanos, a la que  sólo se apela cuando interesa, ni el juez Garzón, investigaron en su día dichos crímenes. Por tanto, que no hable de ecuanimidad, que es la “conditio sine qua non” para que haya una verdadera Justicia, no la justicia que tenemos ahora para este asunto y para otros.





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