Como decíamos en la anterior entrega, en esta última veremos el varapalo que da el economista austriaco Eugen von Böhm-Bawerk, a las teorías de Marx, así como los casos de Kondratieff y Lyssenko. Decía Böhm-Bawerk:
“Marx no deriva los fundamentos de su sistema de la realidad, ni a través de la experiencia, ni mediante un solo análisis psicológico-científico; los motiva, no en la observación de los hechos, sino en una rígida dialéctica. Éste es el grave pecado que Marx comete en el origen de su sistema, y de él brotan indefectiblemente todos los demás. El sistema sigue una determinada dirección, pero los hechos siguen otra distinta y atraviesan su sistema en zig-zag. El pecado original provoca a cada paso nuevos pecados”.
Conviene recordar aquí los casos de Kondratieff y Lyssenko. El primero, economista ruso (1.892-1.930), demostró que la economía capitalista se movía en ciclos que podían durar hasta medio siglo, con alternancias de prosperidad y depresión, pero que en el cómputo total el crecimiento de la renta y de la producción eran innegables. Como esto no concordaba con la teoría marxista, que decía que “sólo existe una fase en la economía capitalista”, fue condenado al GULAG, donde murió loco a la edad de 38 años.
El caso de Lyssenko, puede considerarse como un caso de engaño, estafa, mentira, lavado de cerebro, etc que puede sufrir un pueblo. Este personaje prometió un desarrollo enorme de la agricultura soviética, engañando al pueblo diciendo que tal desarrollo produciría una segunda cosecha en invierno. Se basaba en que las leyes de Mendel eran “burguesas” y creó un sistema patrocinado por Stalin, basado en los fundamentos del marxismo-leninismo y que resultó, claro está, una patraña.
Todo esto fue vergonzosamente silenciado por la historiografía soviética en su delirante afán de construir una nueva sociedad, sociedad que prescindiría de Dios y de todos los valores éticos y morales. Así les fue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario