En la España actual se están perdiendo muchas cosas, como todo el mundo sabe. Hasta en las palabras se nota la pérdida. Tal sería el caso de “Hispanoamérica”, sustituida por “Iberoamérica” o “Latinoamérica”, como si las tres palabras significasen lo mismo.
Para empezar, diremos que los “snobs” y cursis que mangonean a su antojo, o mejor dicho, al antojo de los gobiernos, todos los medios de comunicación, emplean la palabra “Latinoamérica”. No se atreven con “Hispanoamérica” porque ya no serían progres-caviar (Luís María Ansón dixit) y no estarían a la moda.
Lo que nuestros antepasados llevaron a América desde finales del siglo XV, hasta los emigrantes del siglo XX, fue hispánico: cultura hispánica, gentes hispánicas, valor hispánico, bríos hispánicos, fuerza hispánica,etc, etc
La palabra Latinoamércia fue una invención de un tal Chevalier (ministro de Napoleón III), aunque también se dice que los primeros en usarla fueron algunos pseudointelectuales franceses, revolucionarios de la guillotina ellos que, con el característico y estúpido chauvinismo francés, sintieron unos terribles celos y envidia de la obra universal del Descubrimiento, intentando negar a España la grandiosidad de tal acontecimiento, aplicando el vocablo “latino”.
El escritor cubano, exiliado en Londres y ganador de un premio Cervantes, Guillermo Cabrera Infante, se preguntaba que desde cuándo estaba la Roma Antigua en Buenos Aires o en Méjico. También comentaba que por qué los indígenas paraguayos hablan el guaraní y no el latín, o los lacandones de Chiapas, que surgieron después de los mayas, no hablaban también el latín.
Para terminar, podemos decir que el término “Latioamérica” es una palabra extraña, importada, inexacta y, sobre todo, antiespañola.
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