El escritor Ernesto Giménez Caballero, en su obra “Memorias de un dictador”, Editorial
Planeta, 1.981, 299 páginas, nos cuenta cómo en una ocasión en San Sebastián
presentó a Picasso a José Antonio Primo de Rivera.
Picasso criticaba y se lamentaba de que la República
no organizase una Exposición de sus obras
en Madrid ya que, según el Comisario de Arte, no había dinero suficiente para el seguro de las telas. Picasso comentó
entre risas que el citado Comisario le había dicho que pondría unas parejas de
la Guardia Civil a los largo del trayecto del tren para custodiar sus obras.
Ante tales palabras, José Antonio le dijo: “Algún día pondremos para recibirle una
guardia nuestra, pero como honor, y tras haber asegurado su pintura.”
A continuación Picasso invitó a Giménez Caballero y a
José Antonio a unas copas. Y dijo:
“El único político español que habló de mí elogiosamente como gloria
nacional en su artículo publicado en Norteamérica fue su padre el General Primo
de Rivera.”
Todo esto ocurría en el Náutico, que había sido
construido por el arquitecto José Manuel Aizpurúa, fusilado por los rojos en la cárcel de
Ondarreta en setiembre de 1.936 a los 33 años de edad.
He aquí cosas curiosas de la Historia que se ocultan y
se esconden vergonzosamente.
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