Así se intitula el libro de Francisco Olaya Morales, Nossa y J. Editores, S.L., 1998, 566 páginas.
Someramente diremos que al autor fue un político e historiador anarquista y destacado militante de la CNT. En setiembre de 1939 fue encarcelado durante varios años por haber organizado la primera huelga contra Franco en ese mismo año. Tras su liberación se exilió en Francia, muriendo en París en marzo de 2011. Había nacido en Linares en 1923.
Dentro del Capítulo III intitulado “La irresponsabilidad gubernamental”, destaca el apartado “La ayuda rusa”, páginas 135 a 144. En esta última página nos dice el autor que Jesús Hernández, a la sazón “ministro de Stalin” en España, sabía perfectamente lo que maquinaba este cruel personaje:
“. . . la venta de armas al gobernó republicano fue una operación comercial que permitió a Rusia deshacerse del material viejo y defectuoso que tenía almacenado; que durante los primeros meses, que fueron los decisivos, se negó obstinadamente a vender ni un cartucho de fusil; que, posteriormente, lo hizo de manera parsimoniosa para prolongar la agonía y utilizar la magnífica resistencia del pueblo español para sus proyectos internacionales, tratando de evitar el enfrentamiento con Alemania y de granjearse las simpatías de los países democráticos; que estafó al pueblo español, haciéndole pagar hasta el material capturado por los facciosos, y al pueblo ruso, beneficiándose de las suscripciones o imponiendo la retención del 1 % sobre los salarios en concepto ayuda solidaria, etc, que reportaron sumas fabulosas; que a partir de la primavera de 1937, frenó sus envíos para no chocar con Italia, cuya Armada se dedicaba a la piratería en el Mediterráneo y que, finalmente, fue reduciendo progresivamente sus exportaciones, hasta cesar por completo a partir de la célebre reunión de Munich y la claudicación de Francia e Inglaterra frente a Alemania”.
En las páginas 137 y 138 se nos habla del comienzo del envío de armamento soviético a la República: 9 buques con 100 camiones, 25 tanques, 30 cañones, 1.500 toneladas de municiones, 6 mil toneladas de trigo, 3 mil de otros alimentos y mil toneladas de carburante.
En otro apartado, y haciéndose eco del historiador Coverdale, dice Olaya “que el primer cargamento llegó a Cartagena en la primer semana de octubre (40 tanques y 30 aviones) y que para fin de mes habían llegado 400 camiones, 50 aviones, 100 tanques y 400 aviadores y tanquistas”.
Los buques que transportaron el material de guerra fueron el Neva, el Kuwan, el Konsomol, el Zirianin, el Krast, el Peninsular, el Stari Bolchevik, el Keper, el Kief, el Dimitrof, el Rion, el Ingel, el Volgoles y algunos más.
Por otra parte, en un mitin pronunciado por José Díaz el 22 de octubre de 1936 en el “Monumental Cinema” de Madrid, decía:
“Algunas palabras, aunque sean pocas, sobre la ayuda internacional a los antifascistas españoles. Todos sabéis, es una cosa conocida, cómo el enemigo, cómo los fascistas, reciben armas y municiones de los países de la reacción; pero nosotros tenemos la ayuda internacional. En Francia, en Inglaterra, en Bélgica, y en otra serie de países los obreros antifascistas se movilizan, tenemos también la ayuda de los pueblos de la Unión Soviética que habéis visto que cada vez con más rapidez traen para los españoles comida, mantequilla; que traen bacalao, azúcar; que traen zapatos y ropa para los niños, ¡y con qué alegría lo traen para los revolucionarios españoles! Cada día vienen más barcos, y tengo la seguridad de que vendrán cada día más, porque la solidaridad de cariño de la Unión Soviética por nuestra causa, que es la de toda la humanidad, es un cariño sin límites”. Durante largo rato, el público puesto en pie, aplaude frenéticamente, dando vivas a Stalin, a la URSS, al Partido Comunista de España y al camarada Díaz. Esto figura en el libro “Tres años de lucha”, autor José Díaz, Colección Ebro, página 258)
Se ve claramente en el fanatismo de este hombre.
Como puede verse, omite deliberadamente, engañando al auditorio sobre envío de armamento por parte de la URSS a la República ni del plan estratégico de Stalin para el suministro de material de guerra, con el establecimiento de un sistema en el que estaban implicados auténticos traficantes de armas, creándose una red de firmas de importación sufragadas por Negrín.
Tampoco habla nada de los buques mencionados anteriormente transportando material de guerra.
En la próxima y última entrega, veremos lo que opinaban de Negrín el socialista Luis Araquistain, la FAI y Edmundo Domínguez, a la sazón dirigente socialista de la UGT.
Continuará.
Dentro del Capítulo III intitulado “La irresponsabilidad gubernamental”, destaca el apartado “La ayuda rusa”, páginas 135 a 144. En esta última página nos dice el autor que Jesús Hernández, a la sazón “ministro de Stalin” en España, sabía perfectamente lo que maquinaba este cruel personaje:
“. . . la venta de armas al gobernó republicano fue una operación comercial que permitió a Rusia deshacerse del material viejo y defectuoso que tenía almacenado; que durante los primeros meses, que fueron los decisivos, se negó obstinadamente a vender ni un cartucho de fusil; que, posteriormente, lo hizo de manera parsimoniosa para prolongar la agonía y utilizar la magnífica resistencia del pueblo español para sus proyectos internacionales, tratando de evitar el enfrentamiento con Alemania y de granjearse las simpatías de los países democráticos; que estafó al pueblo español, haciéndole pagar hasta el material capturado por los facciosos, y al pueblo ruso, beneficiándose de las suscripciones o imponiendo la retención del 1 % sobre los salarios en concepto ayuda solidaria, etc, que reportaron sumas fabulosas; que a partir de la primavera de 1937, frenó sus envíos para no chocar con Italia, cuya Armada se dedicaba a la piratería en el Mediterráneo y que, finalmente, fue reduciendo progresivamente sus exportaciones, hasta cesar por completo a partir de la célebre reunión de Munich y la claudicación de Francia e Inglaterra frente a Alemania”.
En las páginas 137 y 138 se nos habla del comienzo del envío de armamento soviético a la República: 9 buques con 100 camiones, 25 tanques, 30 cañones, 1.500 toneladas de municiones, 6 mil toneladas de trigo, 3 mil de otros alimentos y mil toneladas de carburante.
En otro apartado, y haciéndose eco del historiador Coverdale, dice Olaya “que el primer cargamento llegó a Cartagena en la primer semana de octubre (40 tanques y 30 aviones) y que para fin de mes habían llegado 400 camiones, 50 aviones, 100 tanques y 400 aviadores y tanquistas”.
Los buques que transportaron el material de guerra fueron el Neva, el Kuwan, el Konsomol, el Zirianin, el Krast, el Peninsular, el Stari Bolchevik, el Keper, el Kief, el Dimitrof, el Rion, el Ingel, el Volgoles y algunos más.
Por otra parte, en un mitin pronunciado por José Díaz el 22 de octubre de 1936 en el “Monumental Cinema” de Madrid, decía:
“Algunas palabras, aunque sean pocas, sobre la ayuda internacional a los antifascistas españoles. Todos sabéis, es una cosa conocida, cómo el enemigo, cómo los fascistas, reciben armas y municiones de los países de la reacción; pero nosotros tenemos la ayuda internacional. En Francia, en Inglaterra, en Bélgica, y en otra serie de países los obreros antifascistas se movilizan, tenemos también la ayuda de los pueblos de la Unión Soviética que habéis visto que cada vez con más rapidez traen para los españoles comida, mantequilla; que traen bacalao, azúcar; que traen zapatos y ropa para los niños, ¡y con qué alegría lo traen para los revolucionarios españoles! Cada día vienen más barcos, y tengo la seguridad de que vendrán cada día más, porque la solidaridad de cariño de la Unión Soviética por nuestra causa, que es la de toda la humanidad, es un cariño sin límites”. Durante largo rato, el público puesto en pie, aplaude frenéticamente, dando vivas a Stalin, a la URSS, al Partido Comunista de España y al camarada Díaz. Esto figura en el libro “Tres años de lucha”, autor José Díaz, Colección Ebro, página 258)
Se ve claramente en el fanatismo de este hombre.
Como puede verse, omite deliberadamente, engañando al auditorio sobre envío de armamento por parte de la URSS a la República ni del plan estratégico de Stalin para el suministro de material de guerra, con el establecimiento de un sistema en el que estaban implicados auténticos traficantes de armas, creándose una red de firmas de importación sufragadas por Negrín.
Tampoco habla nada de los buques mencionados anteriormente transportando material de guerra.
En la próxima y última entrega, veremos lo que opinaban de Negrín el socialista Luis Araquistain, la FAI y Edmundo Domínguez, a la sazón dirigente socialista de la UGT.
Continuará.
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