Y con esta entrega terminamos. Como ya hemos dicho varias veces, José Antonio Primo de Rivera es un personaje desconocido para muchos. La propaganda marxista vertida sobre él, ha desfigurado totalmente su persona, su obra y sus principios. Pocos son los que conocen el verdadero sentido económico, social, político y filosófico de su doctrina. En las “Obras completas de José Antonio Primo de Rivera. Edición cronológica”, recopilación de Agustín del Río Cisneros, 1971, página 299, se lee un párrafo escrito en setiembre de 1934, cuando la revolución de Octubre estaba a la vuelta de la esquina. Sus vaticinios y premoniciones, como siempre, quedan expuestos en dicho párrafo. Dice así:
“Una victoria
socialista, ¿puede considerarse como mera peripecia de política interior? Sólo
una mirada superficial apreciará la cuestión así. Una victoria socialista tiene
el valor de invasión
extranjera, no sólo porque las esencias del socialismo, de arriba
abajo, contradicen el espíritu permanente de España; no sólo porque la idea de
patria, en régimen socialista, se menosprecia, s no porque de modo concreto el
socialismo recibe sus instrucciones de una Internacional. Toda nación ganada
por el socialismo desciende a la calidad de colonia o de protectorado.
Pero además, en el
peligro inminente hay un elemento decisivo que lo equipara a una guerra
exterior; éste: el alzamiento socialista va a ir acompañado de la separación,
probablemente irremediable, de
Cataluña. El Estado español ha entregado a la Generalidad casi todos los
instrumentos de defensa y le ha dejado mano libre para preparar los de ataque.
Son conocidas las concomitancias entre el socialismo y la Generalidad. Así,
pues, en Cataluña la revolución no tendría que adueñarse del poder: lo tiene ya. Y piensa usarlo, en
primer término, para proclamar la independencia de Cataluña. Irremediablemente,
por lo que voy a decir. Ya que, salvo una catástrofe completa, el Estado
español podría recobrar por la fuerza el territorio catalán. Pero aquí viene lo
grande: es seguro que la Generalidad, cauta, no se habrá embarcado en el
proyecto de revolución sin previas exploraciones internacionales. Son conocidas
sus concomitancias con cierta potencia próxima. Pues bien: si se proclama la
República independiente de Cataluña, no es nada inverosímil, sino al contrario,
que la nueva República sea reconocida por alguna potencia. Después de eso,
¿cómo recuperarla? El invadirla se presentaría ya ante Europa como agresión
contra un pueblo que, por acto de autodeterminación, se había declarado libre.
España tendría frente a sí no a Cataluña, sino a toda la anti–España de las
potencias europeas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario