sábado, 24 de diciembre de 2016

“Yo, jefe del Servicio Secreto Militar Soviético”


Así se intitula el libro del General Krivitsky, 325 páginas, incluido ÍNDICE, Editorial NOS, Madrid 1945.

Someramente diremos que Krivitsky fue jefe del servicio secreto militar soviético, que tuvo un papel destacado en la intervención soviética durante la Guerra Civil española. Cuando comenzaron las purgas de Stalin en los años treinta del siglo pasado, huyó a EE.UU. y comenzó a escribir sobre el terror y el horror del sistema comunista. Como tenía miedo, escribió: “Si alguna vez intentan probar que me maté, no les creáis”. El 10 de febrero de 1941 apareció muerto de un tiro en la cabeza en el Hotel Bellavue de Washington, con tres notas de “suicidio” en su cama.

Krivitsky no quiso saber más de Stalin cuando comenzaron las purgas, rompiendo con él en noviembre de 1937. Huyó a Francia y allí fue objeto de dos atentados, lo que le obligó a desplazarse a EE.UU.

Sobre el “suicidio” de Krivitsky, se lee en diario ABC del 12 de febrero de 1941 el artículo intitulado “¿Depuración?”, que adjuntamos y que hemos extraído de la Hemeroteca de dicho diario:

“Depuración?”

“En un hotel de Washington ha aparecido muerto el general ruso Walter Krivitsky, antiguo jefe de la policía secreta soviética en Europa occidental. El drama tiene los perfiles tenebrosos del comunismo ¿Se ha suicidado, efectivamente, Krivitsky, como asegura un raro papel encontrado en su habitación, o ha sido asesinado? La vida de Krivitsky parece un capítulo alucinante. La quiebra de su vida, por lo visto, ha sido su enemistad con Stalin, surgida en los primeros días del año 1939, porque antes gozaba de tal modo de la confianza del dictador georgiano, que fue encargado por éste de misiones especialísimas, entre ellas, la de organizar la revolución soviética en la Península Ibérica. Desde su tiendecita de Amsterdam, donde Krivitsky aparentaba ser un pacífico anticuario en relaciones comerciales con España y Portugal, tendía sus lazos para que los agitadores comunistas fueran apretando a las masas de ambos países. Gran parte del impulso revolucionario de aquella tristísima época de España anterior al 18 de julio de 1936, se debió a este agitador profesional, dueño de los grandes secretos del Soviet. Meses antes de las elecciones del 16 de febrero estableció una oficina en Hendaya y pasó a Portugal, donde instaló, asimismo, un centro de propaganda comunista. Amigo de Rosemberg, ‘el corcobado’, portector de Kleber, a quien designó como general de las Brigadas Internacionales, utilizó sus conocimientos militares - había sido miembro del Estado mayor de Stalin – para dar cierta apariencia de unidad estratégica del Ejército Rojo.

Las depuraciones de Stalin del año 38, sobre todo contra quienes conocían el secreto de la salida del oro español, le hicieron temer por su vida y se refugió en Canadá. Allí empezó a escribir sus Memorias, de enorme interés, porque ponían al descubierto la trama de muchos hechos cuyas causas aparecían en el misterio. ‘La mano de Stalin en España’ es un libro impresionante. La organización de las checas en España, los planes de la G.P.U., los contactos con el partido comunista francés, la simulación de compra de barcos españoles para el transporte de material y tropas para La España roja, las intrigas para derribar a Largo Caballero, sustituyéndole por Negrín, entregado por completo a las directrices soviéticas; los perfiles de la tremenda represión contra el Partido Obrero de Unificación Marxista, en Barcelona, en aquella explosión de odios contra el trotskismo; el asesinato de Andrés Nin, etc, surgen de las páginas del libro con un vigor y una fuerza extraordinarios.

Ahora, ¿ha sido Krivitsky objeto de una depuración? ¿Es su muerte el punto final o el epílogo de sus Memorias? Como tantas otras muertes y desapariciones, en el fondo de las cuales bailan las fatídicas letras G.P.U., el drama del hotel de Washington, probablemente, quedará entre tiniebla
s”.


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