El título completo
del libro es “La gran estafa: Negrín,
Prieto y el Patrimonio español”, autor
Francisco Olaya Morales, Nossa y Jara Editores, 1996, 437 páginas.
Como decíamos en la
anterior entrega, en esta última veremos el Decreto 1432/1995, de fecha 4
de agosto de este mismo año, insertado en el BOE del sábado 2 de setiembre de
1995, página 268, firmado, obviamente, por el patrón del Bribón y por Juan Alberto Belloc, a la sazón ministro de
Justicia del gobierno socialista de Felipe “Sonrisa de hiena” González, decreto
por el que se indemniza a la familia de Juan Negrín.
Antes de transcribir el decreto,
nos dice el autor en la página 10 que “es
humanamente imposible poder cifrar con exactitud el fabuloso volumen de las riquezas
sacadas de España por Negrín . . .”
Dicho esto, vayamos con el
decreto:
“A propuesta del Ministro de Justicia e Interior, previa deliberación del
Consejo de Ministros en su reunión del día 4 de agosto de 1995, de conformidad
con lo establecido en el artículo 39 de la Ley General Presupuestaria y de
acuerdo con el Consejo de Estado
DISPONGO
Artículo único: Se aprueba la siguiente propuesta de la Secretaría General
de Justicia del Ministerio de Justicia e Interior.
11. El Estado y don Juan Negrín jr, con base en las
recíprocas y mutuas concesiones que en esta propuesta se contienen, convienen
en celebrar el presente Acuerdo transaccional, al objeto de resolver
definitivamente las cuestiones suscitadas por el segundo al primero y evitar
toda controversia o litigio judicial que llevaría implícitas evidentes y
grandes dificultades.
22. El Estado abonará a don Juna Negrín jr., como
representante de la comunidad de herederos de don Juan Negrín Cabrera,
integrada por don Juan Negrín jr., nacido Juan Heriberto Negrín Fidelman, don
Rómulo Negrín Fidelman y don Manuel Heriberto Negrín Fidelman, la cantidad de
287.000.000 de pesetas, como compensación total por los daños y perjuicios que
se hayan podido producir como
consecuencia de la incautación y administración judicial de los bienes
integrantes de la herencia de don Juan Negrín Cabrera, durante el tiempo en que
estuvieron en esta situación por aplicación de la Ley de Responsabilidades
Políticas”.
El decreto continúa hasta el apartado número 5.
Sobre este tema dice Olaya
Morales en la página 12:
“Lo que el
citado decreto no aclara es si los herederos de Negrín han entregado al mismo
tiempo los archivos y los fabulosos bienes del patrimonio nacional que su padre
sacó de España y de l los que debía dar cuenta ante los organismos
representativos, cuando se hubiera
restablecido el régimen democrático en España”.
Sobre la catadura moral de
Negrín, qué mejor que unas palabras de sus propios correligionarios. Así, “Araquistain, que fue uno de sus íntimos y
el que le abrió las puertas del Partido Socialista , tiene escrito que fue el
hombre de gobierno más funesto e irresponsable que España ha tenido desde hace
siglos, y un socialista y jurista, imparcial y documentado, Luis Jiménez de
Asúa, representante de España ante la Sociedad de Naciones (6) no es menos severo en sus juicios” (Página 9).
(6) “Carta de Luis Jiménez de Asúa a Julio
Álvarez del Vayo, fechada en París el 16 de mayo de 1939”.
Es muy interesante el Capítulo
III intitulado “Las finanzas de la
República”, así como la conversación entre Luis Arasquistain, el socialista
Trifón Gómez y el propio Juan Negrín, que figura en el Apéndice 2, páginas 285
a la 290. En dicha conversación se verá la catadura moral de Negrín y muchos
aspectos de su cínica, mentirosa y pedante personalidad. También saldrá a
relucir el oro enviado a Moscú.
Así termina
Araquistain refiriéndose a Negrín:
“Su lucha desesperada por la posesión de nuestro oro
no creo que obedezca tanto a una codicia vulgar, para satisfacer su enorme e insaciable ansia
de comodidades y placeres, como a su
ambición de poder real o ficticio, que en ese tesoro encuentra una fuente
inagotable. Alguna vez me he preguntado: ¿qué hubiera hecho Negrín ante el
dilema de ganar nuestra guerra y verse obligado a reintegrar a la República el
oro remanente y con él el poder, o perder la guerra y conservar una apariencia
de poder con el oro efectivo?, y no he sabido qué contestarme. A este hombre
desorbitado le he querido como a un hermano o más bien como a un hijo, y todavía le quiero a pesar de su carácter
infinitamente mendaz y fraudulento, porque adivino que todos sus defectos son
un reflejo de una naturaleza infantil y débil, que sólo puede afirmarse e
imponerse mediante la mentira y engaño, y en el fondo de la severidad con que
le juzgo hay un último sentimiento de piedad y exculpación, porque le creo un
irresponsable; pero ya pienso también, después de esta entrevista, que su mal
no tiene remedio, que es un hombre trágico para él y sobre todo para los demás
y que hay que tratarle como a un enfermo. Desgraciadamente es un enfermo mental
en cuyas manos el tesoro de España es como un arma de fuego en manos de un niño
y con la cual todavía puede hacer muchísimo daño. El gran problema es cómo se
le quita esa arma peligrosa, y quizá ha llegado el momento de que los otros
depositarios del oro en Rusia o sus suplentes – son cuatro y me encuentro entre
ellos - o la Junta Española de
Liberación o el futuro gobierno republicano planteen una reclamación al gobierno
ruso y si este paso fracasa, como es de temer, se anuncie que se llevará el
asunto a alguno de los organismos internacionales que se creen al final de esta
guerra. Por la vía de persuasión, con Negrín, no conseguiremos nada y mientras disponga del oro, él que es un
gran corruptor, será el mayor obstáculo a la restauración y normalidad
republicana en España”.
¡Y pensar que los
herederos de este sujeto cobraron en su día una indemnización de 287 millones
de pesetas!
Vean en la imagen a Negrín en su suntuosa residencia de Londres disfrutando de su exilio
dorado. Allí seguía presidiendo un fantasmal gobierno republicano que nadie
reconocía.
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