lunes, 26 de diciembre de 2016

Recordando la Historia. José Antonio ( I X )


Como ya hemos dicho en otras entregas, estamos dedicando unos artículos a José Antonio Primo de Rivera, al cumplirse este año el octogésimo aniversario de su fusilamiento.
José Antonio Primo de Rivera es un personaje desconocido para muchos. La propaganda marxista vertida sobre él, ha desfigurado totalmente su persona, su obra y sus principios. Pocos son los que conocen el verdadero sentido económico, social, político y filosófico de su doctrina. En las “Obras completas de José Antonio Primo de Rivera, Edición Cronológica, Recopilación de Agustín del Río Cisneros”, dentro del apartado intitulado “España estancada”, páginas 433 y siguientes, se lee lo que transcribimos a continuación. Hay que tener en cuenta que estas palabras fueron pronunciadas en 1935, pero su diagnóstico y su visión fueron acertadísimos:

“España se ha perdido a sí misma; ésta es su tragedia. Vive un simulacro de vida que no conduce a ninguna parte. Dos cosas forman una patria; como asiento físico, una comunidad humana de existencia; como vínculo espiritual, un destino común. España carece de las dos cosas. El asiento físico de España, de la comunidad de españoles, es absolutamente indefendible. Tenemos un territorio enorme en el que hay muchísimo por hacer, y, sin embargo, millones de habitantes viven peor que los cerdos en las cochineras. No ya los parados del todo, esos setecientos mil españoles cuya existencia es un milagro, sino los pequeños labradores, arrendatarios o propietarios de minifundios, que recogen al año veinte o treinta fanegas de trigo; y los campesinos andaluces, que cobran al año cien jornales; y los habitantes de los suburbios de la misma capital, hacinados en casas infectas, en que los más rudimentarios servicios higiénicos se comparten entre cuarenta familias. Esto, mientras se engordan armeros, intermediarios, administradores, banqueros, propietarios, rentistas, consejeros de grandes empresas y toda esa muchedumbre ociosa que parece ser el remate de un país apopléjico de gran capitalismo, y no la dorada envoltura de nuestra pobre, y ancha, y esquilmada España.

Sobre esa base económica está asentado el pueblo español ¿Y qué misión colectiva lo mantiene unido? Nadie lo sabe. Por eso, menos cada vez piensa nadie en remediar su mal remediando a España, sino escaparse del mal común lo mejor que pueda. Cada clase por su lado, insolidaria con las demás. Cada región, cada comarca, por su lado. Como en un barco que zozobra, todos parecen haber oído la voz de :’Sálvese quien pueda’. Cuando lo que hay que salvar es el barco.

La alegría del 14 de abril no fue la que expresaron los camiones cargados de carne humana y engalanados de rojo. Aquello fue lo de menos y lo de los menos. La Callada alegría del 14 de abril fue la que sintieron en las casas millones de españoles al imaginarse el principio de una nueva ruta abierta y soleada. Fue una alegría un poco melancólica; no en balde se iban viejos símbolos que fueron gloriosos en otro tiempo. Pero en compensación, el 14 de abril anunciaba las dos cosas de las que está huérfana España: un orden social nuevo hasta el fondo que redimiera a sus gentes sufridas de la miseria en que se arrastran y un quehacer colectivo: el de levantar el Estado nuevo, el de acometer la empresa de rehacerse, todos unidos en el mismo afán”.


Continuará.


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