Así se intitula el libro de Claire Sterling, Ediciones Lasser
Press, Argentina y México D.F., año 1982, 365 páginas. Esta obra nos narra la
planificación y participación del mundo comunista en la red del terrorismo
internacional, preferentemente Cuba y la desaparecida URSS, amén de China,
Argelia, Libia, etc. Como prueba de ello está el hecho de que en la década de
los 70 del siglo pasado, actuaban 140 grupos terroristas en el mundo
occidental, y ninguno en los países comunistas. Así en la página 27 se lee:
“Para
finales de la década de 1970, constituían un conjunto increíble: separatistas y
nacionalistas, étnicos y religiosos, antirracistas y patriotas
anticolonialistas, bandidos sardos y asesinos de la Mafia, anarquistas,
trotskistas, maoístas, stalinistas no regenerados y marxistas leninistas no
clasificados. No era posible atribuirles a todos una etiqueta; sin embargo,
todos ellos habían llegado a convertirse en batallones de élite en un ejército
mundial de combate comunista”.
Refiriéndose a Cuba, por ejemplo, en las páginas 26, 57, 149, 200,
201 y 257, se dice que los terroristas de ETA eran entrenados allí en le campo
de Güines, que estaba al mando del coronel soviético Vadim Kotchergine. En las
páginas 200 y 201 se lee:
“El
primer grupo de etarras vascos llegó a Cuba en 1.964. En esa época, los rusos habían decidido incrementar
sus inversiones en el terrorismo en un mil por ciento. La Conferencia
Tricontinental de La Habana, que refleja la nueva política del Kremlin, estaba
aún a dos años de distancia. También faltaba todavía tiempo para la Guerrilla
Internacional surgida de la conferencia, por no mencionar la red de campamentos
de instrucción establecidos en torno a La Habana bajo la supervisión del
coronel Vadim Kotchergine de la KGB.
El campamento Güines, no lejos de la capital cubana, estaba admitiendo sólo a unos pocos
aprendices selectos cuando llegaron los etarras. Su historial, limitado a
secuestros, subversión y tácticas de sabotaje, era rudimentario para las normas
que iban a alcanzarse muy pronto allí y en otros lugares.
Los jóvenes vascos
que llegaron al campamento Güines en esos días conocían poco sobre el marxismo
o la cuestión nacional de Lenin. Apenas acababan de pasar del nacionalismo
romántico al socialismo vagamente humanista. No fue sino hasta 1970 – el
comienzo de la década del terror – cuando
ETA se declaró como movimiento marxista leninista, entregado a la dictadura del
proletariado.
No es preciso
seguir las oscilaciones doctrinales de ETA con los años. Las facciones se
desprendieron en ella como ambas, hacia los trotskistas, el Partido Comunista
español convencional, un conjunto de formaciones maoístas y el nuevo
izquierdismo de estilo libre. Sin embargo, a pesar de sus diferencias, todos
esos grupos trabajaron en pro del círculo terrorista internacional.
Pocos partidos
armados han dejado huellas tan claras en el laberinto subterráneo. Desde Cuba,
en 1964, los etarras se extendieron para instruirse con los tupamaros de
Uruguay, y los montoneros de las mismas tendencias en la vecina Argentina.
Luego, fueron a Argelia, con guerrilleros que pensaban lo mismo que ellos,
procedentes de todas partes. Como modelo para la izquierda revolucionaria
armada del mundo, después de su prolongada guerra deliberación, Argelia era el
líder del bloque árabe radical en el Tercer Mundo, inclinándose mucho hacia
Moscú. Sus campamentos para guerrilleros abrieron sus puertas de par en par a
partir de 1968, a los Panteras Negras estadounidenses, los ultraizquierdistas
alemanes e italianos, el ERI, la ETA y palestinos en cantidades. Había allí
instructores cubanos desde comienzos dela década de 1970 y se encontraba
presente, cuanto menos, uno de la KGB,
cuando llegaron los etarras”.
En
un segundo capítulo veremos la implicación de Gadaffi y Boumedienne en el
terrorismo internacional, en el que estaba implicada la ETA.
Continuará.
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