miércoles, 28 de diciembre de 2016

Cristianismo y comunismo ( I )


Como ya está sobradamente comprobado por los hechos históricos, el comunismo odia al cristianismo, aunque a veces se ponga el disfraz para engañar a los “idiotas útiles”, valiéndose de todo tipo de efectos demagógicos y logomáquicos, para llegar a la “conclusión” de que el cristianismo y el comunismo son compatibles, idea esta que hoy se está poniendo de moda en muchos medios y cerebros.
El comunismo, además de no ser democrático, es una forma totalitaria que manifiesta, entre otras cosas, el anticristianismo. Pare ello expresa de forma “científica” la adecuación al Estado de la sociedad, ya que para eso está el “homo economicus”, oiga.

Dicho esto, hubo escritores y filósofos, e incluso religiosos, que escribieron que Jesucristo fue un comunista. Así, Ernesto Renán, filósofo e historiador francés, en su obra “Vida de Jesús”, Editorial Antalbe 1980, 320 páginas, nos dice en el Prólogo que “El espíritu comunista, que fue el espíritu del cristianismo naciente . . .”

El historiador marxista Max Beer, en su libro “Historia general del socialismo y de las luchas sociales”, Editorial Zeus, Madrid 1931, 533 páginas, nos dice que “Jesús era el heredero de los profetas. Su acción se acusaba manifiestamente antinacionalista y antirreligiosa. Toda su propaganda estaba inspirada por el espíritu anárquico-comunista”.

El abate Morelly, un antecesor del marxismo, veía en Jesucristo la encarnación del ideal comunista. También Étienne Cabet, socialista utópico, tilda a Jesús de Príncipe de los comunistas.
Podríamos citar más casos, pero lo haríamos un poco largo. Los textos anteriores, así como otros, pretenden “demostrar” que Jesucristo era un agitador social, lo que hacía que tanto Él como su Iglesia, y el resto de las religiones, estaban “determinadas” mor motivos sociales, es decir, económicos y materiales. La conexión de estos autores con Marx, o de Marx con estos autores, parece clara y tendenciosa: comparar el comunismo con los tiempos de Jesucristo, es decir, con los primeros cristianos. Nada más falso porque, entre otras cosas, el comunismo de los citados primeros cristianos fue voluntario, además de que para ser cristiano nadie era obligado a renunciar a sus bienes. En el comunismo, como es sabido, la expropiación general de las propiedad privada es obligatoria ¿Cómo se entiende entonces que el Cristianismo quería imponer el comunismo a aquella sociedad?

Por otra parte, no hay documento que indique que aquella comunidad cristiana de los primeros tiempos tuviera el sistema de producción y consumo comunista, con el desastre económico que esto supone, como ya está sobradamente demostrado.

Como es sabido, el aspecto fundamental de los regímenes comunistas es el sistema de producción, que lleva implícito el gran problema de la distribución y el consumo. El sistema de trabajo, premisa de la producción, falla estrepitosamente siendo esto, junto con otras cosas, uno de los motivos del derrumbe de la URSS.

Lo que se omite es que el “comunismo” de aquella primera sociedad cristiana, tenía como pilar económico la caridad y generosidad de sus miembros, siendo esto el “sistema de producción” de aquellos cristianos. Por tanto, si aquello era comunismo, entonces habrá que usar este calificativo a todo acto caritativo, siendo comunistas todas las instituciones, organizaciones y establecimientos benéficos.

En la próxima entrega seguiremos viendo más sobre la caridad, palabra esta que ha sido sustituida por la de solidaridad porque tal parece que nos avergonzamos de ella.

Continuará.


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