martes, 26 de enero de 2021

Ver, leer, oír y no callar ( I I I ). Sobre el diálogo.


 

A todas horas se oye la manida frase de “hay que dialogar”. Pero en realidad no se dialoga, sino que se discute. Y en el supuesto de que así fuese, sería un “diálogo de sordos”. Lo estamos viendo todos los días en la casta política: cada uno defiende lo suyo. Importándole un comino, dos rábanos y tres dídimos que el “pueblo soberano” las esté pasando canutas.

Lo que sí hace la citada casta es criticar, muchas veces de forma vaga e inconcreta con acusaciones que, en ciertos casos, no acusan ni imputan a nadie, y otras mintiendo y sembrando la discordia.

Los que critican deben de afinar la puntería y presentar razonadamente sus argumentos para que los criticados no salgan por los cerros de Úbeda dejando de sentirse aludidos.

El diálogo entre partidos e instituciones, que tendría que servir para llegar a verdaderos consensos para el bien de todos, hace años que no existe en España. Cada uno arrima el ascua a su sardina y así nos luce el pelo. La casta política que impera desde años dentro los “muros de la Patria mía”, es incapaz en llegar a acuerdos puntuales sobre temas tan importantes como la sanidad, la educación, la justicia, las pensiones y un largo etc, y sobre todo sobre la pandemia “coronavírica”. Lo principal son las disputas inútiles. La desconfianza en dicha casta crece a pasos agigantados. Lo peor de este asunto es que siempre hay alguien que se beneficia, pues pescar en río revuelto es muy fácil. 

Estamos muy lejos de ese Estado mirífico tan deseado por todos. Y si a todo esto unimos esa vitanda prensa muy ad hoc con lo políticamente correcto, tendremos un panorama desolador.

Continuará.



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