miércoles, 20 de enero de 2021

El Frente Popular ( I I I )


 

Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos algo de lo que escribió el excomunista Manuel Tagüeña Lacorte, militar de alto mando en el ejército rojo-republicano, en su obra “Testimonio de dos guerras”, Ediciones Oasis, Méjico 1974, Segunda Edición, página 93.

Someramente diremos que Tagüeña al terminar la Guerra Civil Española, huyó a la Unión Soviética, en donde fue alumno y profesor de la Academia Militar Frunze moscovita. Terminada la Segunda Guerra Mundial, se fue a Yugoslavia y posteriormente a Checoslovaquia. A partir de este momento fue tomando una posición crítica hacia Stalin por varios motivos, siendo el principal el duro y criminal control que Moscú ejercía sobre los partidos comunistas. Rompió definitivamente con el Partido Comunista de España, instalándose en Méjico en 1955, falleciendo allí en el 1971.

Nos dice Tagüeña en dicho libro y página:

“Por todas partes se organizaban grupos de acción, ya que el ambiente era muy tenso y nadie quería que lo tomaran desprevenido. Prieto, Indalecio, también tenía los suyos, dirigidos por Puente, que algunas veces tuvieron que enfrentarse no con los falangistas, sino con los partidarios de Largo Caballero. Los discursos ultraizquierdistas de éste, bajo una campaña de prensa que le llamaba el Lenin español, aumentaban la pasión política dentro del partido socialista, que al dejarse absorber por la lucha interior, llevaban agua al molino de los comunistas, que cada día aumentaban en influencia, a pesar de no tener en la Cortes más que una docena de diputados. Esta misma lucha ayudó también a que las recién unificadas juventudes fueran cayendo en la órbita comunista. Fuera del gobierno, la CNT y los anarquistas, seguían su propia política, declaraban huelgas y combatían en todas partes a la UGT y a los sindicalistas para conseguir el control de la clase obrera, lo que algunas veces adquiría caracteres sangrientos”.

Los “historieteros” y los de la “memoria histórica”, nada comentan sobre esto y de otras cosas, como por ejemplo lo que decía Julián Besteiro, Presidente de las Cortes, así como del PSOE y de la UGT de aquellos tiempos:

“La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas. Estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos”.

En la próxima entrega veremos los desmanes y furibundos ataques contra la iglesia durante el mes de abril de 1936. Nos lo cuenta Luis Romero en la página 59 de su obra “Por qué y cómo mataron a Calvo Sotelo”, Editorial Planeta, Barcelona 1982, 316 páginas, libro ganador del Premio Espejo de España 1982.

Continuará.



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